Por primera vez en dos décadas, la vacuna contra la gripe incluye este año tres cepas nuevas. Dos frente a los nuevos virus del tipo A aislados en Brisbane (Australia) en la temporada 2007-2008, y el tercero frente a un virus tipo B que aunque se conoce desde 2006, no se había incluido hasta ahora.
La Organización Mundial de la Salud decidió modificar la vacuna trivalente para esta temporada 2008-2009 después de comprobar que la mayoría de los aislamientos realizados en Australia tanto de virus AH1N1 como AH3N2 se distinguían de los utilizados en la vacuna de la campaña pasada, que contenía antígenos aislados en los años 2005 y 2006 y se había mostrado menos eficaz frente a los virus que habían provocado más casos de gripe en Brisbane. Respecto a los virus B, que son los que el año pasado circularon al final de la epidemia de gripe, la cepa utilizada hasta ahora se mostró poco eficaz en proteger frente al detectado en Florida en 2006, que fue el más aislado.
En Australia las nuevas cepas de virus A produjeron un número de casos tres veces mayor al de la temporada anterior, lo que ha hecho levantar la voz de alarma. Sin embargo Teresa Bazús, Neumóloga del Hospital Universitario Central de Asturias y miembro del área de Asma de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), señala que «no hay ninguna previsión que indique que va a ser más virulenta. Sabemos cómo se comportó en Brisbane, donde fue detectada. Pero eso no se puede generalizar a Europa». En cualquier caso, añade Bazús, «allí no ha producido una mortalidad mayor que otros años».
Recuerda esta experta que la OMS recomienda la vacuna en función de los virus que en la temporada anterior han tenido relevancia en el hemisferio sur -cuyo invierno coincide con nuestro verano-, y que se prevé que serán los causantes de la gripe en el hemisferio norte durante el otoño-invierno.
Las recomendaciones para la vacunación van dirigidas a los mayores de 65 años o a personas de cualquier edad que tengan alguna enfermedad crónica cardiovascular, respiratoria -como asma o enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC)-, o metabólica -diabetes, insuficiencia renal, anemias, enfermedad hepática crónica, enfermedades neuromusculares graves o inmunosupresión- y también al personal sanitario.
Aunque los niños son uno de los grupos de población más afectada por la gripe, sólo se recomienda vacunar a los que tengan alguna enfermedad crónica y a niños sanos mayores de seis meses que puedan constituir un riesgo para adultos que conviven con ellos y que no pueden ser vacunados.
Reducir riesgos
Y es que, advierte Bazús, «la mortalidad asociada a la gripe se produce porque descompensa o agrava enfermedades crónicas previamente existentes. Aunque la principal complicación que puede poner en peligro la vida del paciente, la constituyen las neumonías de origen bacteriano. Cualquier persona que tenga gripe tiene un riesgo añadido de sufrir una neumonía bacteriana en los días subsiguientes. Y evidentemente en personas mayores de 65 años o en aquellas con enfermedades crónicas deteriorantes y en niños de seis meses a cinco años el riesgo es mayor».
Vacunarse contra la gripe supone, según esta experta, la reducción a la mitad del riesgo de hospitalización en personas que padezcan alguna patología crónica respiratoria y una disminución del riesgo de muerte por complicaciones en un 80 por ciento.
La campaña de vacunación -ya en marcha en la mayoría de las comunidades- se inicia a principios de octubre, coincidiendo con el inicio de la actividad del Sistema de Vigilancia de la Gripe en España, que comprende desde la primera semana de octubre hasta mediados de mayo del año siguiente.
Según datos de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica, integrada en la Red Europea, en la pasada temporada la actividad gripal en España fue moderada, igual que en el resto del territorio europeo, y estuvo a asociada a una circulación mixta de virus de la gripe AH1N1 y B. La circulación del virus H1N1 predominó en la primera parte de la temporada, que se inició en octubre de 2007, hasta alcanzarse la máxima actividad gripal en la semana del 6 al 12 de enero, con una tasa de 202 casos por cien mil habitantes. Con el descenso de la onda epidémica, el virus B, que también había estado presente desde el principio de la temporada, se hizo mayoritario.
Quienes sufrieron en mayor número los estragos de la gripe fueron los menores de 15 años, como había sido la pauta en temporadas previas. Sin embargo cabe destacar la elevada incidencia -superior a la de años anteriores- registrada en personas de entre 15 y 64 años.
Virus resistentes
La Red Nacional señala también que en la pasada temporada se detectaron virus del tipo AH1N1 resistentes al antivírico oseltamivir en una proporción sin precedentes en Europa, que varió de unos países a otros. En España el porcentaje de resistentes llegó al 2,5 por ciento de las cepas analizadas.
La gripe es una enfermedad respiratoria aguda, infecciosa y contagiosa que se propaga de persona a persona a través del aire, por lo que las medidas higiénicas han de extremarse. Está producida por el virus de la influenza y como cualquier enfermedad viral, no tiene tratamiento específico, salvo el sintomático. Los antibióticos, recuerdan los expertos, no sirven para combatir esta infección vírica que dura, si no hay complicaciones, entre cinco y ocho días y que se caracteriza por fiebre de hasta 39 grados, escalofríos, dolores de cabeza y musculares, cansancio, estornudos, tos intensa y persistente, rinorrea, lagrimeo y faringitis leve.
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