Las abuelas comprometidas en el cuidado de sus nietos pueden desarrollar el síndrome de la abuela esclava, una patología cada vez más frecuente y que, sin un diagnóstico, en ocasiones llega a ser mortal.
María del Mar Sevilla 20/10/2008
María Magdalena Romero, médico de atención primaria en el Centro de Salud de Vera, en Almería, ha sido la autora del caso clínico galardonado con un Tata Grand Safari 2.2 140 CV en el concurso que Correo Médico ha organizado con el objetivo de conocer la experiencia clínica en el medio rural.
Magdalena nació en Granada y ejerció la medicina durante doce años en el Servicio Canario de Salud y en el Servicio de Urgencias Canario. "Son las cinco de la mañana de un día laborable y el celador me avisa de la llegada de otro paciente. Es un niño de un año que ha estado con llanto toda la noche. La abuela es quien lo trae en brazos. Es una señora de unos 55 años, con expresión de agotamiento en el rostro. Su cuerpo menudo se mantiene muy ágil. Viven con ella este nieto, otro de cuatro años y su hija, que trabaja con horarios de mañana y tarde y no les puede cuidar ahora. Esta mujer me comenta que ha criado a cinco hijos y ya todos viven fuera de casa. Me transmite su agotamiento", relata Romero en el caso clínico ganador.
Es una descripción perfecta del cada vez más frecuente síndrome de la abuela esclava. Esta patología afecta a mujeres adultas con responsabilidades directas de amas de casa. Aparece como consecuencia de la interacción negativa de factores personales y ambientales: estrés familiar excesivo con insuficiente apoyo familiar y social. La vida de estas mujeres gira alrededor de sus descendientes. Son señoras que viven entregadas a sus familias con absoluta generosidad, resignación y paciencia. El problema es que atienden la salud de su prole en detrimento de la suya.
Diagnóstico difícil
Este síndrome no está muy divulgado, lo que provoca que se diagnostique de forma tardía y que los pacientes sufran durante años molestias crónicas.
Las abuelas esclavas se quejan poco, por lo que la labor del médico de atención primaria es determinante para evaluar la enfermedad lo antes posible.
"Es necesario indagar un poco en el padecimiento para descubrir la causa. No se puede decir que sea una enfermedad rara; estas señoras suelen pedir consulta por patologías frecuentes, como episodios hipertensivos, dolores osteomusculares y dolor torácico, ansiedad y cefaleas", explica Romero. "Si no les dedicamos el tiempo necesario y hacemos una anamnesis algo detallada no podremos descubrir la causa, porque estas personas nunca o casi nunca se quejarán del sobreesfuerzo que les origina el cuidado de sus nietos".
La patología se acentúa ante determinados factores; es más común en ciudades grandes que tienen áreas industriales muy desarrolladas o localidades que ofertan servicios relacionados con la hostelería y el turismo.
En estos casos la vida laboral de la madre se extiende más allá del horario escolar y en muchas ocasiones incluye horarios nocturnos. Además, los sectores de población con un nivel adquisitivo bajo tienen más dificultades para contar con ayudas extras como niñeras o guarderías especializadas.
El descubridor
El síndrome de la abuela esclava fue descrito en el año 2001 por Antonio Guijarro Morales, profesor de la Universidad de Granada, como consecuencia de la observación de una síntesis de circunstancias comunes en pacientes suyas atendidas durante décadas.
Dos años después, Summin Lee, de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, publicó en la revista Public Health un estudio que revelaba que cuidar a los nietos durante nueve o más horas por semana aumenta el riesgo de infarto de miocardio y de otros eventos coronarios.
"Cuando se le sugiere a las abuelas la posible causa de su fatiga, ven casi imposible la solución de este problema porque se consideran imprescindibles para que sus hijas puedan seguir trabajando", afirma Romero.
Para paliar la situación y mejorar la calidad de vida de las personas mayores, Romero reclama la creación de infraestructuras como guarderías con horarios amplios que se adapten a la sociedad actual en la que la mujer trabaja en horarios no escolares.
Además, si aumentan las mejoras en los centros para el cuidado de los ancianos, así como las ayudas a las familias, las mujeres podrían conciliar el horario familiar y el laboral.
'Tata grand safari 2.2'
Con la llegada de la nueva generación de propulsores DiCOR para sus vehículos todo terreno, TATA Motors da un nuevo e importante salto cualitativo frente a sus competidores. Al igual que en el caso del nuevo pick up de la marca, el Xenon, el Grand Safari 2.2 pasa a disponer desde ahora del nuevo motor DiCOR de 2.2 litros de capacidad, dotado de un avanzado sistema de inyección directa Common Rail, desarrollado por TATA Motors en colaboración con Delphi.
Este tetracilíndrico dotado de culata de cuatro válvulas por cilindro, el nuevo sistema de inyección directa Common Rail y un turbocompresor con intercooler, sitúa su potencia máxima 103 kW (140cv) a 4.000 rpm, con un par máximo de 320 Nm (32,6 mkg) entre las 1.700 y las 2.700 rpm.
La caja de cambios es manual, de cinco relaciones. De tacto sumamente preciso, esta caja permite disfrutar al máximo de las excelentes prestaciones del motor gracias a un perfecto escalonamiento entre marchas.
El vehículo circula con una propulsión trasera. Esto se traduce en menores ruidos y vibraciones, al tiempo que se reduce el consumo, cuando se transita por carreteras con buen piso. En cualquier momento, el conductor puede cambiar la tracción total al decidir salir al campo, o porque detecta nieve o placas de hielo en la carretera. Para pasar de tracción a dos ruedas a tracción total, basta con accionar un botón. No es preciso detener el vehículo, siendo el único requisito circular por debajo de los 60 km/h.
En condiciones límite, el conductor dispone de una caja transfer que permite el uso de marchas más cortas para superar grandes obstáculos. El diferencial de deslizamiento limitado, montado en el eje trasero, reparte el par entre ambas ruedas.
Magdalena nació en Granada y ejerció la medicina durante doce años en el Servicio Canario de Salud y en el Servicio de Urgencias Canario. "Son las cinco de la mañana de un día laborable y el celador me avisa de la llegada de otro paciente. Es un niño de un año que ha estado con llanto toda la noche. La abuela es quien lo trae en brazos. Es una señora de unos 55 años, con expresión de agotamiento en el rostro. Su cuerpo menudo se mantiene muy ágil. Viven con ella este nieto, otro de cuatro años y su hija, que trabaja con horarios de mañana y tarde y no les puede cuidar ahora. Esta mujer me comenta que ha criado a cinco hijos y ya todos viven fuera de casa. Me transmite su agotamiento", relata Romero en el caso clínico ganador.
Es una descripción perfecta del cada vez más frecuente síndrome de la abuela esclava. Esta patología afecta a mujeres adultas con responsabilidades directas de amas de casa. Aparece como consecuencia de la interacción negativa de factores personales y ambientales: estrés familiar excesivo con insuficiente apoyo familiar y social. La vida de estas mujeres gira alrededor de sus descendientes. Son señoras que viven entregadas a sus familias con absoluta generosidad, resignación y paciencia. El problema es que atienden la salud de su prole en detrimento de la suya.
Diagnóstico difícil
Este síndrome no está muy divulgado, lo que provoca que se diagnostique de forma tardía y que los pacientes sufran durante años molestias crónicas.
Las abuelas esclavas se quejan poco, por lo que la labor del médico de atención primaria es determinante para evaluar la enfermedad lo antes posible.
"Es necesario indagar un poco en el padecimiento para descubrir la causa. No se puede decir que sea una enfermedad rara; estas señoras suelen pedir consulta por patologías frecuentes, como episodios hipertensivos, dolores osteomusculares y dolor torácico, ansiedad y cefaleas", explica Romero. "Si no les dedicamos el tiempo necesario y hacemos una anamnesis algo detallada no podremos descubrir la causa, porque estas personas nunca o casi nunca se quejarán del sobreesfuerzo que les origina el cuidado de sus nietos".
La patología se acentúa ante determinados factores; es más común en ciudades grandes que tienen áreas industriales muy desarrolladas o localidades que ofertan servicios relacionados con la hostelería y el turismo.
En estos casos la vida laboral de la madre se extiende más allá del horario escolar y en muchas ocasiones incluye horarios nocturnos. Además, los sectores de población con un nivel adquisitivo bajo tienen más dificultades para contar con ayudas extras como niñeras o guarderías especializadas.
El descubridor
El síndrome de la abuela esclava fue descrito en el año 2001 por Antonio Guijarro Morales, profesor de la Universidad de Granada, como consecuencia de la observación de una síntesis de circunstancias comunes en pacientes suyas atendidas durante décadas.
Dos años después, Summin Lee, de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, publicó en la revista Public Health un estudio que revelaba que cuidar a los nietos durante nueve o más horas por semana aumenta el riesgo de infarto de miocardio y de otros eventos coronarios.
"Cuando se le sugiere a las abuelas la posible causa de su fatiga, ven casi imposible la solución de este problema porque se consideran imprescindibles para que sus hijas puedan seguir trabajando", afirma Romero.
Para paliar la situación y mejorar la calidad de vida de las personas mayores, Romero reclama la creación de infraestructuras como guarderías con horarios amplios que se adapten a la sociedad actual en la que la mujer trabaja en horarios no escolares.
Además, si aumentan las mejoras en los centros para el cuidado de los ancianos, así como las ayudas a las familias, las mujeres podrían conciliar el horario familiar y el laboral.
'Tata grand safari 2.2'
Con la llegada de la nueva generación de propulsores DiCOR para sus vehículos todo terreno, TATA Motors da un nuevo e importante salto cualitativo frente a sus competidores. Al igual que en el caso del nuevo pick up de la marca, el Xenon, el Grand Safari 2.2 pasa a disponer desde ahora del nuevo motor DiCOR de 2.2 litros de capacidad, dotado de un avanzado sistema de inyección directa Common Rail, desarrollado por TATA Motors en colaboración con Delphi.
Este tetracilíndrico dotado de culata de cuatro válvulas por cilindro, el nuevo sistema de inyección directa Common Rail y un turbocompresor con intercooler, sitúa su potencia máxima 103 kW (140cv) a 4.000 rpm, con un par máximo de 320 Nm (32,6 mkg) entre las 1.700 y las 2.700 rpm.
La caja de cambios es manual, de cinco relaciones. De tacto sumamente preciso, esta caja permite disfrutar al máximo de las excelentes prestaciones del motor gracias a un perfecto escalonamiento entre marchas.
El vehículo circula con una propulsión trasera. Esto se traduce en menores ruidos y vibraciones, al tiempo que se reduce el consumo, cuando se transita por carreteras con buen piso. En cualquier momento, el conductor puede cambiar la tracción total al decidir salir al campo, o porque detecta nieve o placas de hielo en la carretera. Para pasar de tracción a dos ruedas a tracción total, basta con accionar un botón. No es preciso detener el vehículo, siendo el único requisito circular por debajo de los 60 km/h.
En condiciones límite, el conductor dispone de una caja transfer que permite el uso de marchas más cortas para superar grandes obstáculos. El diferencial de deslizamiento limitado, montado en el eje trasero, reparte el par entre ambas ruedas.
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