Un trabajo científico de la Universitat de Valencia muestra que el riesgo de muerte disminuye con una práctica física continuada como caminar una hora al día.
Levante-EMV, Valencia
Los efectos beneficiosos del ejercicio físico regular, no agotador, se conocen desde hace mucho tiempo. En las últimas décadas el ejercicio físico se ha utilizado en el tratamiento de diversas patologías entre las que se encuentran: el síndrome metabólico, patología pulmonar y cardiovascular, patología muscular y ósea, cáncer, obesidad, depresión, asma y diabetes tipo I.
Diversos trabajos han demostrado que llevar una vida activa se asocia a una disminución del riesgo de muerte superior al 50%. Un aumento en la cantidad de actividad física semanal de 1000 kcal o un aumento de 1 MET (Un MET equivale a un consumo de oxígeno, en un adulto, de aproximadamente 3,5 mL por kg de peso y por minuto) en la capacidad aeróbica, supone un beneficio desde el punto de vista de la mortalidad de un 20%.
Este nivel de actividad es equivalente a una caminata de una hora, a una intensidad moderada, cinco días a la semana. Sin embargo recientemente se ha demostrado que una actividad física que suponga un menor consumo energético también puede provocar efectos beneficiosos, especialmente en personas con una muy baja condición física y personas mayores.
Diversas evidencias muestran que la intensidad del ejercicio se correlaciona de forma inversa y lineal con la mortalidad, sin embargo una investigación de la Universitat de València que han codirigido los profesores José Viña y Carmen Gómez ha demostrado que algunos de los efectos beneficiosos del ejercicio físico moderado se pierden con el agotamiento.
En este sentido hay que señalar señalar que mientras que el riesgo de muerte disminuye con la realización de ejercicios físicos de forma creciente hasta alcanzar las 3.500 kcal por semana, éste aumenta con valores superiores.
De hecho se han publicado incrementos en el riesgo de enfermedad cardiovascular y aumentos en la mortalidad en deportistas de élite. El ejercicio agotador especialmente cuando se realiza de forma esporádica y en sujetos desentrenados, provoca daños estructurales en la célula muscular así como reacciones inflamatorias.
Parte de este daño se produce por un aumento en la generación de radicales libres durante el proceso de contracción muscular y se puede prevenir optimizando la dieta y más concretamente suplementando con nutrientes antioxidantes.
Los efectos beneficiosos del ejercicio físico regular, no agotador, se conocen desde hace mucho tiempo. En las últimas décadas el ejercicio físico se ha utilizado en el tratamiento de diversas patologías entre las que se encuentran: el síndrome metabólico, patología pulmonar y cardiovascular, patología muscular y ósea, cáncer, obesidad, depresión, asma y diabetes tipo I.
Diversos trabajos han demostrado que llevar una vida activa se asocia a una disminución del riesgo de muerte superior al 50%. Un aumento en la cantidad de actividad física semanal de 1000 kcal o un aumento de 1 MET (Un MET equivale a un consumo de oxígeno, en un adulto, de aproximadamente 3,5 mL por kg de peso y por minuto) en la capacidad aeróbica, supone un beneficio desde el punto de vista de la mortalidad de un 20%.
Este nivel de actividad es equivalente a una caminata de una hora, a una intensidad moderada, cinco días a la semana. Sin embargo recientemente se ha demostrado que una actividad física que suponga un menor consumo energético también puede provocar efectos beneficiosos, especialmente en personas con una muy baja condición física y personas mayores.
Diversas evidencias muestran que la intensidad del ejercicio se correlaciona de forma inversa y lineal con la mortalidad, sin embargo una investigación de la Universitat de València que han codirigido los profesores José Viña y Carmen Gómez ha demostrado que algunos de los efectos beneficiosos del ejercicio físico moderado se pierden con el agotamiento.
En este sentido hay que señalar señalar que mientras que el riesgo de muerte disminuye con la realización de ejercicios físicos de forma creciente hasta alcanzar las 3.500 kcal por semana, éste aumenta con valores superiores.
De hecho se han publicado incrementos en el riesgo de enfermedad cardiovascular y aumentos en la mortalidad en deportistas de élite. El ejercicio agotador especialmente cuando se realiza de forma esporádica y en sujetos desentrenados, provoca daños estructurales en la célula muscular así como reacciones inflamatorias.
Parte de este daño se produce por un aumento en la generación de radicales libres durante el proceso de contracción muscular y se puede prevenir optimizando la dieta y más concretamente suplementando con nutrientes antioxidantes.
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