Tradicionalmente pensamos que el sueño es un fenómeno unitario, con una forma de ser pasiva y con un objetivo reparador. Es por eso que nos preocuparnos cuando nos levantamos cansados, y nos angustiamos más si durante la noche o al amanecer nos levantamos con dolor de cabeza. Sin embargo, es muy común que esto ocurra.
La naturaleza exacta de la relación entre dolor de cabeza y sueño no es bien conocida, aunque se sabe que es bidireccional y compleja. Tanto la falta de sueño como el sueño excesivo pueden desencadenar dolores de cabeza, sobre todo migrañas. Pero a su vez, y de forma paradójica, el sueño puede contribuir a aliviar algunos ataques de dolor de cabeza. Además, algunos dolores de cabeza pueden ocurrir tanto en la vigilia como en el sueño, como lo son los dolores de cabeza llamados en racimos o dolor facial. Este tipo de dolor es extremadamente intenso, debilitante, no pulsátil, tiende a repetirse en la misma zona de la cabeza o de la cara en cada ocasión. No se conocen sus causas, aunque parecen estar relacionadas con los ritmos circadianos (de 24 horas), y se ha señalado una posible deficiencia en el hipotálamo. La ingestión de alcohol suele desencadenar un ataque en un periodo máximo de dos horas, y el consumo de tabaco durante los ataques suele acentuar el dolor.
Otro tipo de dolor de cabeza que puede presentarse tanto en vigilia como en el sueño es el que se conoce como “hemi–craneano paroxístico”. éste se presenta con frecuentes ataques de dolor unilateral de la cabeza y es de breve duración; se localiza generalmente en la órbita del ojo y tiene una duración de dos a 45 minutos. La frecuencia de los ataques varía entre uno y 40 diarios. El dolor es agudísimo y puede ser pulsátil, aunque suele ser punzante o taladrante.
Al dolor de cabeza que ocurre exclusivamente durante el sueño se le conoce como “hípnico”. éste se presenta en personas mayores de 50 años. El dolor interrumpe el sueño de la persona, aunque es de carácter moderado o leve. Su localización puede ser en ambos lados de la cabeza o unilateral; en algunas personas puede haber pulsatilidad. La duración del episodio es corto, por lo general de 20 minutos a una hora, aunque puede llegar hasta dos horas de persistencia. En algunos casos se ha constatado su aparición en la fase REM (movimientos oculares rápidos) del sueño. Se correlaciona su origen (patogenia) con el reloj biológico, por posibles implicaciones del núcleo supraquiasmático, alterado con la edad. (Rev. Soc. Esp. Dolor 6: 363367).
Pueden haber dolores de cabeza como consecuencia de un trastorno del sueño, trastornos como el síndrome de apnea (falta de aire obstructiva del sueño, el síndrome de piernas inquietas, y otros), o de orden secundarios, como lo serían síndromes de dolor crónico, depresión/ansiedad o abuso de analgésicos. Este tipo de dolor de cabeza se puede presentar ya sea por la noche o cuando el sujeto se despierta. El tratamiento al trastorno del sueño mejora los dolores de cabeza. En otro sentido, existen los dolores de cabeza que ocasionan los trastornos del sueño. Los dolores de cabeza que alteran el sueño pueden ser de tipo de tensión crónica, y así como la migraña crónica con o sin abuso de analgésicos, la depresión o la ansiedad. Estos trastornos son similares a los que se dan en sujetos con dolor músculo–esquelético crónico, fibromialgia y depresión. La alteración del sueño puede incluir una disminución en el tiempo total del sueño, en la eficacia del sueño y en el movimiento de ondas lentas, así como despertares frecuentes y movimientos nocturnos incrementados.
Algunos dolores de cabeza con frecuencia ocurren durante estados específicos del sueño y por ello pueden estar asociados íntimamente con la fisiología del sueño en sí misma. La migraña parece ocurrir en asociación con el sueño REM y en asociación con cantidades excesivas de sueño REM. Cuando la relación entre dolores de cabeza y sueño está al margen de una relación causa–consecuencia (en uno u otro sentido), presuponemos una conexión intrínseca entre ambos. Esto implicaría que el sueño y el dolor de cabeza comparten, en determinados puntos de su génesis o su desarrollo, algunas de sus características esenciales, y que los procesos íntimos que dan lugar al dolor de cabeza se entrecruzan con aquéllos que son inherentes al sueño. Dicho entrecruzamiento puede producirse a nivel anatómico, fisiológico, neuroquímico o en varios de ellos. (Rev. Neurol. 2008; 47 (6): 314320).
Para comprender esto último debemos repasar brevemente dónde se entrecruzan las vías neuronales que controlan el ciclo vigilia/sueño y el dolor. La vigilia y el sueño oscilan de forma cíclica cada 24 horas aproximadamente. Con la edad, y de forma paralela con la pérdida de neuronas del núcleo supraquiasmático, se modifican los patrones de sueño: disminuye marcadamente el sueño de ondas lentas, aumentan los despertares nocturnos y las siestas diurnas, y se instaura un patrón de fase avanzada. La vigilia es mantenida por el sistema de alerta o arousal, que tiene su origen en núcleos neuronales que producen noradrenalina, acetilcolina y serotonina. Estos núcleos mantienen una actividad tónica en vigilia.
El sistema de supresión endógeno del dolor se activa de forma efectiva mediante la estimulación de éste. La serotonina y la noradrenalina son los principales contribuyentes a los controles del dolor en vías descendentes. Es posible que algunos dolores de cabeza, como serían las migrañas, se inicien por una caída brusca de los niveles de serotonina. La melatonina, una hormona que se produce en la glándula pineal, juega un fuerte papel en el control del ciclo vigilia/sueño, y ahora se sabe que también participa en el control del dolor. Con la edad se pierden células neuronales que hace que se altere el ritmo endógeno de la melatonina. La disminución de la melatonina nocturna conlleva un trastorno en el control del ciclo vigilia/sueño (desorganización de la arquitectura del sueño, con disminución del sueño nocturno y aumento de siestas diurnas), además, de la organización intrínseca de otros ritmos circadianos y de la pérdida del control endógeno del dolor.
Las redes neurales que controlan los ciclos vigilia/sueño y del dolor tienen distintos puntos de entrecruzamiento en las estructuras tronco–encefálicas e hipotalámicas. Asimismo, los principales, pero no únicos, neurotransmisores involucrados en ambos circuitos son serotonina y la noradrenalina. Disfunciones en estas redes neuronales en el tronco–encéfalo o el hipotálamo pueden explicar cefaleas nocturnas que se inician en la fase REM del sueño y que afectan a personas biológicamente predispuestas.
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