12 diciembre 2008

Difícil de tragar


Alimentarnos representa una de las prácticas más comunes para todo ser vivo. Por eso, pensar que alguien pueda confrontar problemas para un proceso tan rutinario como el de deglutir alimentos puede resultar extraño para muchas personas.

Para los pacientes de disfagia, esta posibilidad es real. Al abundar sobre este mal, la Dra. Elsie I. Cruz Cuevas, especialista en medicina interna, explica que consiste en la dificultad para tragar, bien sean alimentos sólidos o líquidos. Incluso, hay pacientes que añaden a esta descripción la sensación de que la comida se detiene y no avanza a nivel del cuello o detrás del esternón. La internista especifica que este mal no se refiere a problemas de masticación, como lo confunden algunas personas.

A su vez, “envuelve diferentes causas que van desde mecánicas hasta psicológicas, y puede manifestarse a cualquier edad, pero es muy característico de personas de edad avanzada”, menciona la doctora. De hecho, es mucho más común en las personas mayores de 60 años. Y aunque muchos afirman nunca haber escuchado de ella, lo cierto es que realmente no es poco común. “La razón por la que no se habla mucho de ella es porque en algunos casos las personas no están conscientes del problema o nunca han oído hablar de la condición”, afirma Cruz Cuevas.

Cabe aclarar que hasta donde se conoce, mayormente sus causas no son genéticas. Sin embargo, hay enfermedades de origen genético (como ciertas distrofias musculares) que se presentan con disfagia.

Un aspecto de esta enfermedad es que en sí misma un síntoma (lo que el paciente siente). Sin embargo, en muchas ocasiones “lo usamos como diagnóstico temporero hasta que identificamos el origen del problema”, especifica la doctora.

En el grado más severo del paciente con esta enfermedad, “el alimento o líquido no llega al estómago, causando desnutrición, pérdida de peso, y el divertículo de Zenker”, entre otras consecuencias.

Para conocer su causa

El tratamiento de esta enfermedad dependerá de su origen o la causa que lo provoca. Para su diagnóstico, lo primero que deberá hacer el doctor es un historial médico detallado un y examen físico para conocer cómo comenzaron y se desarrollaron los síntomas.

También, se debe hacer un estudio “llamado esofagograma (donde la persona traga un líquido y se toma una secuencia de radiografías para identificar el problema)”, detalla la experta. Además, el gastroenterólogo debe hacer una endoscopia para evaluar la pared interna del esófago y ver si hay obstrucciones.

La doctora explica que el tratamiento “puede consistir en diversas alternativas como dilatar el esófago, dar tratamiento a infecciones, detectar lesiones que se deban remover y prescribir medicinas para aliviar el reflujo ácido”, entre otras. En ocasiones, esta enfermedad es el resultado de traumas al cerebro “y mediante rehabilitación se pueden mejorar”. En este caso, cuando se pierde la capacidad de tragar, “se debe hacer una apertura en el estómago que llamamos gastrostomía para alimentar a la persona”. Según explica Cruz Cuevas, esta apertura puede ser temporal o permanente según el paciente mejora.

Si sospechas padecerlo

Más que alarmarte, procura orientarte en la mayor medida sobre la enfermedad. Antes de visitar al doctor, observa cómo se manifiesta tu condición para ayudarlo a tener un cuadro clínico más claro. Explica lo que sientes y bajo qué circunstancias. Si sucede sólo con líquidos, sólidos o ambos. Si te duele o no al tragar, si el alimento regresa luego de ser tragado. Si un fuerte mal olor viene de la boca. Si es miedo a tragar (en cuyo caso muchas veces no hay una obstrucción real, sino que es un problema funcional).

Para concluir, la doctora resalta la importancia de adoptar la rutina de alimentarse adecuadamente. Esto abarca “no comer ligero ni frente del televisor, ya que en muchas ocasiones desconecta el acto de alimentarse con la comunicación al cerebro”.

La Dra. Elsie I. Cruz Cuevas es profesora asociada de la Escuela de Medicina del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico. Para citas, llama al 787-772-4669 o escribe a eicruz@yahoo.com o a elcruz@rcm.upr.edu.

Qué puede causarla

Los orígenes de la disfagia son variados. Entre ellos, se incluyen los siguientes:

- Trastornos del sistema nervioso, tales como la enfermedad de Parkinson y la parálisis cerebral

- Trauma psicológico

- Problemas en el esófago, incluyendo la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE)

- Trastornos mecánicos como tumores en la garganta, amígdalas grandes, espolón en la cervical

- Trastornos de movimiento del esófago, como acalacia

- Enfermedades reumatológicas, como la escleroderma

- Malformaciones prenatales del tracto digestivo, tales como atresia esofágica o fístula traqueoesofágica


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