30 junio 2009

Las células madre inducidas, más cerca de poder curar

En los últimos meses se han logrado importantes avances en la producción de células madre pluripotentes inducidas (iPS) sin los riesgos que presentaban los métodos anteriores. Ahora está más próximo el uso terapéutico.

Las células madre adultas son multipotentes: cada clase puede dar lugar a células de determinados tejidos. En cambio, las células madre embrionarias son pluripotentes, pues pueden diferenciarse en células de cualquier tejido del organismo.

Hace dos años, el científico japonés Shinya Yamanaka descubrió que se pueden reprogramar células adultas para convertirlas en pluripotentes y así obtener células madre tan versátiles como las embrionarias, pero sin emplear ni destruir embriones, y con el mismo genoma que el paciente, aunque sin necesidad de clonación. La nuevas células madre pluripotentes inducidas (iPS) combinan lo mejor de los dos tipos hasta entonces conocidos.

Promesa y riesgos

Ahora bien, el procedimiento ideado por Yamanaka implica unos riesgos que impiden por ahora el uso terapéutico de las células iPS. Las células se reprograman insertando en su ADN cuatro genes, hallados por el investigador japonés, que las convierten en pluripotentes; para introducirlos se usan retrovirus. Las iPS quedan contaminadas por el ADN vírico, lo que las hace peligrosas. En particular, tienden –al igual que las embrionarias– a dividirse de modo incontrolado: dicho de otro modo, a generar tumores.

Por eso, se empezaron a buscar otros métodos de reprogramar que evitaran la contaminación genética. Investigadores de Canadá y Gran Bretaña lograron insertar los genes necesarios sin emplear virus: el vector era una casete (fragmento de ADN) con un gen adicional para provocar la inserción. Pero el siguiente paso, retirar de las iPS la casete para que no quedase en ellas ADN extraño, solo se consiguió en células de ratones, no en humanas.

Después de esto, se ha ensayado un método con el que se elimina casi por completo los restos de ADN vírico. Más recientemente ha habido un logro más importante: se ha hallado una manera de reprogramar células sin emplear genes –ni virus para introducirlos en ellas–, lo que podría hacer a las iPS totalmente seguras. También se ha conseguido obtener directamente células de un tipo a partir de otras distintas, sin convertirlas primero en células madre, y se han empleado con éxito células iPS tras corregir en ellas el defecto genético que causa la anemia de Fanconi.

Las células adultas siguen en cabeza

Tales resultados son muy prometedores, pero todos se han obtenido solo en experimentos con animales de laboratorio. Esto recuerda algo que a veces se dice, en broma: que para casi todas las enfermedades habría remedio si fuéramos ratones. En efecto, los modelos animales son necesarios, pero muchos éxitos alcanzados en ellos nunca llegan a funcionar en humanos.

En medicina regenerativa, las células madre adultas siguen siendo las únicas con utilidad médica. Si bien aún no ha pasado tiempo suficiente para tener seguridad de la eficacia a largo plazo, con estas células se ha logrado reparar distintos tejidos (cardiaco, muscular, de córnea...). Hay numerosos ensayos clínicos en curso, de los que apenas se habla fuera de los medios científicos porque casi son ya más rutina que novedad.

Un ejemplo reciente, con resultado feliz, de empleo de células madre adultas lo dio a conocer hace dos semanas el Hospital Vall d’Hebron (Barcelona). Allí, en febrero, fueron intervenidos dos niños aquejados del síndrome de Parry-Romberg, que causa una grave deformación de la cara y puede llegar a dañar al sistema nervioso hasta provocar convulsiones o afectar a la sensibilidad y al habla.

Los médicos del Hospital Vall d’Hebron extrajeron células madre del tejido adiposo de los pacientes, y las implantaron en la parte enferma. Las células comenzaron a rellenar las zonas atrofiadas, aumentando la vascularización y liberando hormonas y factores de crecimiento que prolongan el proceso reparador. Al cabo de tres meses, los niños han recuperado el aspecto normal en gran parte. El resultado es mejor —y el procedimiento, más sencillo— que con la terapia común hasta ahora: cirugía plástica con implantes de materiales biológicos.

La clonación queda atrás

Ahora bien, las células madre adultas nunca serán pluripotentes: no se podrán diferenciar más que en un catálogo limitado de células somáticas. Las iPS prometen total plasticidad, como las embrionarias, y su manejo resulta factible, a diferencia de estas. Por eso Ian Wilmut, el creador de la oveja Dolly, cuando se publicó el descubrimiento de Yamanaka anunció que abandonaba la investigación en clonación y células embrionarias. En una entrevista para el portal Gène-étique, de la Fundación Jérôme Lejeune, explica su decisión y la situación actual de los trabajos con células iPS.

La técnica de la clonación ya no está de actualidad”, dice el pionero en la clonación de mamíferos. “Antes de que se descubrieran la células iPS, intentábamos derivar células madre a partir de embriones producidos transfiriendo un núcleo celular de un paciente aquejado de una enfermedad hereditaria. Hasta hoy, nadie lo ha conseguido. Pero la des-diferenciación de células somáticas de ratón (método del Prof. Yamanaka) ha demostrado que se puede alcanzar el mismo objetivo usando directamente células somáticas de los enfermos”.

Celulas Madre

Las células iPS, añade Wilmut, son mejores desde el punto de vista terapéutico: tienen el mismo genoma que el paciente, permiten hacer modelos experimentales para estudiar patologías y por tanto facilitan desarrollar con más rapidez medicamentos contra ellas. En cambio, “como comprobé con la oveja Dolly, clonar exige un tiempo considerable hasta obtener células madre. Además, esta técnica implica necesariamente someter a la mujer a estimulación ovárica, mediante un tratamiento hormonal intensivo y penoso, para producir gran número de ovocitos y al final no obtener más que algunos embriones clónicos”. Por eso concluye Wilmut: “Si la ciencia ofrece vías más rápidas, interesantes y eficaces, creo que es mejor seguirlas”.

Sin embriones humanos

En defensa de la investigación con embriones humanos, algunos dicen que sin ella no se habría podido llegar al descubrimiento de Yamanaka, y por eso se debe continuarla, porque al menos puede volver a abrir nuevas vías. Wilmut no está de acuerdo: “La des-diferenciación de células somáticas no requirió usar embriones humanos porque, desde el punto de vista técnico, no era necesario. Las primeras células iPS fueron producidas e identificadas a partir de estudios con embriones de ratón”.

Las células iPS desplegarán sus grandes posibilidades, dice Wilmut, cuando se haya encontrado una técnica de reprogramación sin efectos secundarios, que no emplee virus ni plásmidos (fragmentos de ADN capaces de replicarse y transcribirse), como en algunos experimentos descritos abajo. Entonces se podrá ofrecer terapias personalizadas, según las necesidades de cada paciente. No porque se vayan a crear bancos con células iPS para cada uno, cosa que Wilmut no considera factible por razones económicas. Pero podría haber un registro de líneas celulares correspondientes a distintas patologías, de las que partir para realizar trabajos adaptados a cada enfermo.


1 comentario:

microemprendedores dijo...

pero debemos convenir que este tipo de cosas es muy controversial, por la manipulacion de este tipo de celulas.