30 mayo 2009

FIBROMIALGIA Los 18 puntos del dolor


La Tercera Edad es un tiempo de posible vida plena. Para que esto suceda es imprescindible empezar a «estudiarse», a comprobar el estado de nuestro cuerpo. En ocasiones no sólo es llevar una vida saludable, sino atender a sintomatologías que pueden presentarse dispersas y a las que no damos importancia, quizás agobiados por asuntos que entendemos como más urgentes.
Una vida plena en este tiempo de júbilo empieza mucho antes y SALUSLP ha buscado respuestas. Una de esas nos la da el doctor Calvo Catalá, jefe de Servicio en el Hospital General Universitario de Valencia. Leamos una parte de su reflexión sobre la fibromialgia, un asunto complejo.
La fibromialgia es una enfermedad ya descrita en 1904 por el doctor Gowers y que ha recibido distintos nombres a lo largo de esta evolución en el tiempo. Siempre se ha incluido en un grupo de enfermedades reumáticas, con importante influencia de «los nervios» (reumatismo psicógeno), hasta que en 1990 el Colegio Americano de Reumatología aclara los criterios de su definición y, en 1993, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce que la fibromialgia es una entidad clínica, figurando en el apartado M79 de la décima Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-10).
¿Qué es?
Se trata de una enfermedad reumatológica caracterizada por un dolor difuso, o sea, que afecta a todo el cuerpo (hemicuerpo derecho e izquierdo, por encima y debajo de diafragma, etcétera), y difícil de explicar, ya que no se acompaña de las irradiaciones típicas conocidas por los médicos y utilizadas en la exploración de los pacientes para determinar su origen. Nunca se acompaña de signos inflamatorios.
Es característico el dolor a la presión en 18 puntos, siendo necesario para su diagnóstico que el enfermo tenga positivos al menos 11 de ellos. Estos puntos se localizan en región cervical, occipucio, músculo trapecio, escápula, unión condrocostal, codo, cadera y rodillas. Es llamativa la respuesta exageradamente positiva a la mínima presión de estos puntos denominados «puntos gatillo», de forma que el paciente casi se retira ante el mínimo roce a la exploración.
Casi la totalidad de los pacientes refieren alteraciones del sueño y, sobre todo, un sueño no reparador, siendo características las frases «me levanto como si me hubieran dado una paliza» o «me levanto peor que me acosté».
Además, se acompaña el cuadro de una sintomatología muy abigarrada: cefalea, mareos, visión borrosa, hormigueos por todo el cuerpo, estreñimiento, diarrea, dolores musculares, ardores, flatulencia, etcétera, que han sido la causa de que el enfermo haya realizado un peregrinaje por múltiples especialistas hasta llegar al diagnóstico.
En resumen, es un paciente con dolor importante «en todo» y con una forma de vida muy deteriorada, trasmitiendo el problema a su entorno familiar. Ante este cuadro, lo más nefasto que le puede ocurrir al paciente es que se le diga que «no tiene ninguna enfermedad» y «que lo suyo son todo nervios», ya que la fibromialgia es una verdadera enfermedad.
¿A quién afecta?
La importancia que actualmente tiene esta enfermedad se debe al gran número de personas afectadas, calculándose en un 2% de personas mayores de 16 años, es decir, alrededor de 800.000 personas en España. En la actualidad se está describiendo cada vez en un número mayor de casos en niños. Afecta sobre todo a las mujeres (80% de casos).
En un reciente estudio efectuado en nuestro servicio, la fibromialgia constituía un 4,5% de las primeras visitas, habiendo transcurrido una media de ocho años hasta el diagnóstico correcto, con una asistencia a la consulta de una media de 3,7 especialistas por paciente (ORL, psiquiatra, digestlogo, cardiólogo, endocrino, etcétera). Un 45% de casos habían recurrido a medicinas alternativas, por desgracia, sin resultados positivos.

DECÁLOGO DE CONSEJOS
1. Aprenda a convivir con su dolor.
Desgraciadamente, no existe un tratamiento que le haga desaparecer su intenso y extenso cuadro doloroso. Por ello, hay que asumir que el dolor puede persistir siempre y que puede «formar parte de nuestra vida». Solo mejorará quien asume su proceso, se «reconoce» el dolor, y así podremos controlar mejor la situación.
2. Controle sus emociones.
Los pacientes con fibromialgia, desarrollan un gran número de sentimientos negativos: enfado, frustación, fracaso, culpa, ansiedad, depresión... Hay que controlar estos efectos negativos para que no se encronicen.
Debe reconocer todo lo positivo: su enfermedad no se cura, pero puede hacer muchas cosas a pesar de ella, tiene amigos y familiares que le apoyan, no sea perfeccionista, pues está usted limitado en muchas actividades, sea realista y plantéese objetivos diarios (andar, ir de compras, etc.).
Exprésese de forma abierta en su círculo, explique su situación.
3. Controle su estrés.
Organice y planifique sus actividades diarias, dedicando parte de su tiempo a la relajación: respiraciones profundas, yoga, tai-chi... Preste atención a situaciones que aumenten el estrés: trabajo, vida familiar, economía, etcétera.
4. Evite la fatiga.
No es bueno estar inactivo, pero tampoco aumentar excesivamente la actividad, pues le producirá una fatiga innecesaria.
Plantee cuales son sus necesidades diarias y evite o delegue las que no sean estrictamente «obligadas».
Intercale períodos de descanso en su actividad, haciendo sus tareas al ritmo que pueda asumir.
5. Haga ejercicio.
Es un punto fundamental en el tratamiento de la fibromialgia, pues además de mantener en forma la musculatura, disminuye el dolor, favorece el sueño, mejora la ansiedad y depresión y mejora la fatiga. Todo esto se consigue por la liberación de «endorfinas» con el ejercicio.
Son buenos los ejercicios aeróbicos: caminar, correr, andar, bicicleta, bailar, etc., comenzando de forma suave e incrementando su intensidad y duración de forma progresiva.
Al principio, puede que el ejercicio aumente el dolor, pero progresivamente irá disminuyendo.
6. Relaciónese con los demás.
Frecuentemente, sus amigos o familiares pueden no comprender su situación, lo que le hace «aislarse», lo que perjudica su enfermedad.
Es preciso que explique lo que le pasa a sus amigos y compañeros. Pida ayuda si la necesita y nunca rechace la compañía de otros.
El apoyo de amigos y familiares es un puntal imprescindible para su mejoría.
7. Proteja su salud.
La depresión que con frecuencia se asocia a la fibromialgia, puede hacer que deje usted los buenos hábitos. Debe evitar tóxicos (café, tabaco, alcohol) y hacer ejercicio como hemos comentado.
8. Use con precaución los medicamentos.
Debe evitar automedicarse, ya que existen fármacos útiles para su enfermedad (analgésicos, atiinflamatorios, analgésicos opiáceos, anticonvulsivantes, antidepresivos, etc.), pero siempre recetados y supervisados por su médico.
9. Use con precaución las medicinas alternativas.
Al no mejorar como desearía con la medicina tradicional, muchos pacientes acuden a medicinas alternativas. Debe ser cauto, pues puede ser una medicina «cara» y que no está regulada por guías médicas. Desconfíe siempre si le prometen la curación, le recomiendan que abandone el tratamiento médico, le dicen que el tratamiento es «secreto» o le solicitan cantidades económicas excesivas. Es recomendable que comente con su médico lo que ha decidido hacer, pues algunas de estas terapias, sí que pueden ser útiles: yoga, tai-chi, homeopatía...
10. Sea constante.
La paciencia es una virtud importante, necesitando a veces tiempo para conseguir «pequeños resultados». No eche todo a perder por tener un día malo: aunque mejore su enfermedad, no podrá evitar la existencia de «días malos». En estos días, salga, relaciónese con los demás y dedique más tiempo a relajarse.

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