27 mayo 2009

BERNAT SORIA. INVESTIGADOR Y EX MINISTRO DE SANIDAD «Podremos vivir 120 años, pero no más»


El ex ministro defiende que el reto de la medicina consiste en aumentar la calidad de vida en la vejez.
Bernat Soria dejó de ser ministro de Sanidad hace mes y medio y aún mantiene su acta de diputado, si bien ha vuelto a la vocación en la que le gusta reconocerse, la de investigador científico. Experto en medicina regenerativa a partir de células madre, y una autoridad mundial en el estudio de la diabetes, Soria estuvo en Bilbao para celebrar el 40 aniversario de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la Universidad del País Vasco. El ex ministro advierte de que no va a contestar «por prudencia» a preguntas de contenido político, como el proyecto de ley que permite abortar a las mujeres de 16 sin el consentimiento de los padres, aunque le cuesta permanecer en silencio.
-¿Cómo se levanta por las mañanas? ¿Pensando en política o en ciencia?
-Por lo general me levanto muy bien, y cuando tengo la mente fresca el primer tema al que le dedico atención es de carácter científico, no político. Es difícil trabajar en ciencia, pero resulta mucho más gratificante que hacerlo en el otro campo.
-Entonces, le gusta más esa cartera que lleva ahora que la de ministro.
-Prefiero ser un ciudadano corriente que tiene una profesión en la que es feliz. No añoro el coche oficial ni todo lo que hay alrededor. Ahora bien, la política es necesaria, y por tanto debemos mostrar nuestra gratitud a las personas que se dedican a ella.
-Usted ha dicho en su conferencia que hay que invertir en investigación, es decir, en resultados a largo plazo, cuando la gente quiere medidas para salir rápidamente de la crisis.
-Si uno habla con las empresas, le dirán: 'Sí, eso que usted dice está muy bien, pero ahora lo único que quiero es sobrevivir'. Y si usted hablara con el Gobierno, le contestarían que estamos en un momento de restricción presupuestaria. Pero la cuestión es que hay que investigar para salir de la crisis con más garantías, y quien lo haga saldrá mejor en cuanto a bienestar y riqueza. Los padres pensamos que la felicidad de los hijos está ligada a acciones a medio y largo plazo.
-Ahora hay muchas personas que piensan en el siguiente recibo de la hipoteca.
-Hay que meterse en la hipoteca que uno puede pagar.
-Si usted fuera empresario, ¿cómo pondría en práctica estas ideas?
-Según el tipo de empresa que tuviera. Los sectores de la salud, las tecnologías y el agroalimentario están creciendo y aumentando su número de empleados. La destrucción del trabajo se ha producido en unas actividades muy determinados; en otras, no. En todo caso, lo que estoy proponiendo es un nuevo tipo de empresa basado en el conocimiento y en el capital humano.
-¿Invertiría usted en esos sectores que acaba de citar?
-El mensaje consistiría en ir hacia esos sectores. Un ejemplo de lo que quiero decir está en la 'i-health', la sanidad electrónica, que está mejorando mucho la eficiencia de todo el sistema sanitario.
Ver el futuro
-¿Se imaginaba usted que habría un revolución genética cuando acabó Medicina en 1974?
-No. El primer artículo sobre el ADN se publica en 1954 y nadie le hizo demasiado caso. Pero eso pasa muy a menudo. Cuando se inventó el ordenador personal, uno de los directivos de IBM dijo que nunca sería un producto de mercado. Si trabajas en investigación, puedes ver lo que pasa con antelación con respecto a los demás. Yo creo que tres o cuatro veces he llegado antes a un tema, lo cual significaba que me movía en la dirección correcta.
-¿Su mayor satisfacción entre esas cuatro veces?
-Un investigador piensa por instinto que el próximo trabajo será el mejor. Ahora bien, de los que yo he hecho el que ha tenido más impacto es uno que publiqué hace diez años y que tiene que ver con la transformación de células madre en células productoras de insulina.
-¿La esperanza de los diabéticos?
-Es lógico que la gente se pregunte cuándo se curará su enfermedad. Pero ninguna persona seria puede poner una cifra de años a la esperanza, aunque debo añadir que los resultados en los animales que estamos utilizando son prometedores.
-Ya hay muchos resultados concretos en seres humanos.
-Tenemos casos de aplicaciones médicas en diabéticos, en la regeneración cardiaca, en la enfermedad de Crohn, en fístulas, en trasplantes de tráquea o en anemias en niños antes incurables, que ahora tienen una solución a través de las células de un hermano recién nacido, como ha sucedido en el hospital Virgen del Rocío de Sevilla. ¿Qué alcance tiene todo esto? Es imposible saberlo, pero las investigaciones nos permiten albergar esperanzas en enfermedades en las que antes no podíamos tener ninguna, como las distrofias musculares, que aparecen en la infancia y conducen a una muerte con mucho sufrimiento.
-¿Cree que guardar el cordón umbilical del recién nacido para futuras terapias se puede convertir en una moda?
-Ya se ha convertido. Es verdad que en el cordón umbilical y en la placenta puede haber células que son útiles para el tratamiento de ciertas patologías. Pero de ahí a que usted conserve las de su hijo, por si alguna vez padece algo que se podría tratar por estos métodos, resulta excesivo, entre otras cosas, porque no sabemos hasta dónde llegaremos o qué podremos hacer con todo ellos.
Reticentes al cambio
-¿Seremos inmortales, o casi, alguna vez gracias a la medicina?
-Yo publiqué un libro con Manuel Toharia que se tituló precisamente 'El mito de la inmortalidad'. La vida humana se puede alargar y de hecho se ha alargado mucho en los últimos siglos. Hemos pasado de una vida media de 35 a 40 años a una expectativa de más de 80 en el caso español. Pero nuestro cuerpo no es como un motor al que si le cambias las piezas siempre está nuevo. Podemos vivir 115 o 120 años, no más, y eso lo veo factible. No obstante, la medicina regenerativa puede aumentar la salud en el último tramo de la vida, que es cuando más se deteriora. Yo creo que ése es el gran reto que ahora tenemos delante.
-Eso nos va a costar muchísimo dinero.
-Sí, eso tiene un coste. Cuando acabé la carrera, hace más de 30 años, no nos imaginábamos que los trasplantes de corazón se realizarían con cierta normalidad, y podríamos citar muchas cosas más de este tipo. Todas esas nuevas intervenciones también tienen un coste, y hemos sabido asumirlo.
-Obama ya permite que se investigue con células madre. ¿Cómo valora este cambio en la política de Estados Unidos?
-En muy pocos días, Obama levantó el veto de Bush y autorizó el primer ensayo con células madre de origen embrionario para lesiones de la médula espinal. Eso cambia radicalmente el panorama y nos afectará a todos, porque Estados Unidos es una gran potencia en investigación.
-La época Bush mostró que la religión volvía a meterse en cuestiones científicas, algo que no pasaba mucho tiempo y que ahora sucede con mucha frecuencia.
-Siempre existen sectores de la sociedad que son muy reticentes al cambio. Pero al final la realidad se impone. Pasó lo mismo con los trasplantes, o cuando se empezó a poner anestesia en el parto. Algunos clérigos se indignaron porque la Biblia dice aquello de 'Parirás los hijos con dolor'. A los que diseccionaban cadáveres hace unos siglos les llevaban a la hoguera porque rompían con los designios de Dios. Pero todo esto ya pasó.
-¿No hay nada que pare a la ciencia?
-Si algo es bueno para evitar o paliar el sufrimiento, o para curar a un niño, al final se impone. El nivel de bienestar que hemos adquirido en los últimos cien años gracias a la medicina es tan alto que es díficil que una opción religiosa lo pare. Nancy Reagan, la mujer del ex presidente de Estados Unidos y una persona muy conservadora, cuando vio que su marido tenía alzheimer se convirtió en una gran defensora de la investigación con células madres.
-Se nos dice que no fumemos, que no bebamos y que comamos muy poco. ¿No cree que el Estado está invadiendo la libertad de los individuos?
-Si los ciudadanos quieren tener un sistema sanitario sostenible y viable, tienen que responsabilizarse de su salud. En España tenemos casi cuatro millones de diabéticos. No podemos tener diez. Por cuestiones de salud, y también económicas.
-Usted es mediterráneo. ¿No hay que darle alguna alegría al cuerpo?
-Sí, de vez en cuando. Forma parte del saber vivir, del aprender a ser feliz. No estoy proponiendo una sociedad de individuos atletas que cumplan con todas las órdenes, pero sí es preciso que se cuiden.
-Y del nuevo proyecto de la ley del aborto, ¿qué opina?
-Por favor, no debo de intervenir en asuntos que han sido de mi competencia, porque si lo hago va a parecer que le estoy enmendando la plana al Gobierno y no es ésa mi intención.
-Pero se comenta que usted está en contra de que las mujeres de 16 años puedan abortar sin el consentimiento de sus padres.
-Bueno, vamos a dejarlo así.


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