02 abril 2009

En ratones, revierten la distrofia muscular con células madre

La investigación fue conducida por un científico argentino residente en Nueva York.

Más allá de que los resultados obtenidos en ratones de laboratorio distan enormemente de lo que luego se verifica en seres humanos, nuestra similitud genética permite recorrer ?e iluminar? en ellos muchos de los laberintos fisiológicos de nuestro organismo.

Desde este punto de vista, no es difícil entender la satisfacción que embarga a Diego Fraidenraich: el científico argentino, que actualmente dirige las investigaciones en células madre de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva Jersey, logró revertir en un modelo de ratón la distrofia muscular, una grave enfermedad genética y hereditaria que se transmite por línea materna, pero padecen solamente los varones.

Fraidenraich, graduado de químico en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y doctorado en el Instituto de Genética y Biología Molecular del Conicet, ya había publicado en Science un trabajo en el que demostraba que las células madre tienen una virtud hasta ese momento insospechada: actúan como "enfermeras", liberando factores biológicos que reparan a sus vecinas que están dañadas.

Con esta nueva investigación, que acaba de publicarse en la revista científica PLoS ONE, avanza otro casillero en el complicado ajedrez de una enfermedad muy difícil de tratar. "Elegimos la distrofia muscular porque se conoce el defecto genético que la causa ?cuenta Fraidenraich, desde su oficina en los Estados Unidos?: la ausencia de una proteína llamada distrofina [que mantiene la integridad de los músculos]. Aunque esto se sabe desde hace por lo menos 15 años, el trastorno no tiene cura por diversos motivos, entre los cuales uno de los más importantes es que resulta muy difícil intentar una terapia génica porque el gen está esparcido por todo el cuerpo."

Los términos "distrofia muscular" incluyen un centenar de enfermedades caracterizadas por la debilidad progresiva de los músculos. "Las madres las pasan a la progenie por el cromosoma X, pero como las mujeres tienen dos X no se enferman", explica Fraidenraich. En los varones suelen manifestarse muy temprano. El músculo parece ser más grande, pero cuando se lo mira en detalle puede verse que lo reemplaza la grasa.

"Esta enfermedad plantea un problema científico de primer orden, porque la distrofina forma parte de la estructura del músculo", prosigue Fraidenraich.

Una de las preguntas que se hacían los científicos es si, para lograr las correcciones, había que reemplazar todo el músculo o si bastaba con introducir sólo algunas células madre. De modo que inyectaron células embrionarias normales dentro de blastocistos (embriones en sus primeras etapas de gestación) de ratones predispuestos, por una mutación, a desarrollar la enfermedad para ver qué ocurría.

"Nos encontramos con que inyectando unas 15 células en blastocistos de 40 a 80 células el músculo comenzaba a comportarse normalmente ?se entusiasma el científico?. Pudimos ver que en algunos casos se incorporaba el 5%, y en otros, ninguna célula, y que el efecto responde a la dosis. Bastaba una incorporación del 10 al 30 por ciento para que el individuo resultante se acercara mucho a un ratón normal desde el punto de vista histopatológico y funcional."

Por supuesto, sería impensable proponer la adopción de este tratamiento para curar la distrofia muscular en seres humanos.

Por el contrario, los investigadores realizaron este experimento con la intención de dilucidar el mecanismo de corrección que ponen en marcha las células embrionarias para luego estudiar la posibilidad de reemplazarlas por las moléculas responsables de tal efecto.

Así, descubrieron que hay zonas del músculo que luego de la acción de las células madre muestran una sobreproducción de distrofina, otras que aunque no tienen distrofina son normales, y otras que sobreexpresan ciertas proteínas que pueden reemplazar a la distrofina. "Esta sería una de las razones que harían que el músculo mutado se comporte normalmente", afirma el científico.

Otro dato sorprendente es que no se corrige sólo el músculo, sino que también la grasa recupera valores normales. "Si en un ratón normal hay 4 gramos de grasa y en el mutado, 0,3 o 0,4, cuando le agregamos las células embrionarias adquiere nuevamente 4 gramos de grasa", explica. Y, tras este triunfo, sigue barajando las diferentes piezas del rompecabezas que aún quedan por identificar.

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