11 marzo 2009

Riñones sanos para evitar complicaciones a futuro

Un simple análisis de orina nos permite saber cómo están funcionando y evitar padecer una enfermedad renal muy dañina, aunque tratable. Ofrecemos testimonios de personas que se dializan y de un paciente que, después de muchos años de espera en diálisis, consiguió ser trasplantado.


“No hubiera querido entrar en diálisis”, admitió Perla Tedeschi, de 62 años, quien en julio hará cinco años que comenzó a someterse a este tratamiento para poder filtrar de su sangre las impurezas que permanecen en su organismo, por el mal funcionamiento de sus riñones.

Sin embargo, reconoció que “mi enfermedad no es hereditaria, sino que la contraje cuando tuve una nefritis y no me cuidé. Además, sufría de presión arterial alta y con el tiempo adquirí lo que se llama Enfermedad del Mediterráneo. Desconocía que, si me hubiera cuidado, no habría estado en diálisis a esta edad”.

Perla concurre a diálisis tres veces por semanas, cuatro horas por día, “al primer horario -aclaró-, para poder vivir un poco más, para poder disfrutar de mis hijos y nietos”. Asegura que “la familia cumple un rol fundamental para nosotros. Si no tenemos afecto y contención, no nos sirve el tratamiento médico. Hay ocasiones en que, hasta el otro día de la diálisis, no me puedo levantar de la cama. Además, una consecuencia es que te salen hematomas en los brazos y escaras en los pies”.

Más allá de dar su testimonio como enferma renal, con motivo de conmemorarse el próximo jueves el Día Mundial del Riñón, Perla quiso remarcar que “ésta es una enfermedad muy silenciosa, y no nos damos cuenta ni tomamos conciencia de ella hasta que nos llega. Esta dolencia te trae mucho sufrimiento, dependencia y temores, que se pueden evitar con un simple examen de orina. Hay información, pero la gente no le da importancia. Por eso es fundamental que se apunte a la prevención y a la toma de conciencia por parte de la población”.

Si bien el primer día en que llegó a la clínica a hacerse diálisis pensó que por ahí se iba a alimentar, “en realidad, era por donde me iban a purificar la sangre”, recordó, Perla habla con los términos específicos de esta enfermedad, a pesar de ser paciente. Se interesó por conocer más sobre la patología renal que tenía, al igual que muchos de los que comparten con ella el horario de diálisis en la Clínica de Nefrología.

Por último, opinó que “diálisis es una enfermedad terminal; dependemos de una máquina para vivir. Es lo único que nos está dando una solución y no ha habido avances tecnológicos en los últimos 20 años. El último paso siempre es el trasplante, que es un tratamiento pero no una solución”.

Ayuda pero desgasta

Marcelo tiene 64 años y en 1998 le diagnosticaron pérdida de proteína en la orina, a raíz de ciertos problemas de salud. Hasta 2004 estuvo en tratamiento, pero posteriormente su salud se fue deteriorando: perdió 26 kilos en un año, tenía anemia que afectó al riñón y no pudo evitar comenzar la diálisis.

“La máquina nos limpia la sangre; no es algo doloroso, pero sí agresivo. En cuatro años y medio de diálisis, veo cómo mi cuerpo se ha ido degradando: la diálisis te ocasiona problemas en los huesos (los hace quebradizos por falta de fósforo), tenés dolores musculares y calambres. Te compone por un lado, pero por otro te desgasta el cuerpo”, comentó.

Comparte con Perla la sala de diálisis y también concurre tres veces por semana, durante cuatro horas. Respecto de esta experiencia, aseguró que “estoy en un sillón en posición horizontal. Es tedioso, no podés hacer otra cosa en esas cuatro horas. Te ponen dos agujas en un brazo. En realidad, es una fístula, o sea, una conexión entre la arteria y la vena, entre la muñeca y el codo, por donde se filtra la sangre. En el brazo se te van formando protuberancias por la fístula y por tener las agujas clavadas”.

Por su enfermedad, Marcelo se jubiló por invalidez. Durante un tiempo estuvo sin obra social y por eso tuvo que apelar a la Secretaría de Desarrollo Social para su diálisis. Actualmente, recibe una jubilación mínima de 690 pesos y Pami da cobertura a su tratamiento médico.

Coincide con Perla en que la familia los ayuda mucho a sobrellevar esta enfermedad. Aseguró que “gracias al acompañamiento de mi señora y mi hija pude salir adelante. También me ayudó el hecho de que supe que iba a tener mi primer nieto, que después nació. Al principio, uno se entrega y no quiere saber nada, pero ellos me ayudaron a vivir”.

Por último, dejó un consejo: “Tener en cuenta la presión arterial y el nivel de azúcar en la sangre o, también, estar alertas si tenemos abuelos o padres con enfermedades renales. Un simple análisis de orina basta para saber el estado del riñón, así como estar atentos a si orinamos con espuma o sangre. Son signos de alerta a los que la gente no le lleva el apunte”.

Común, perjudicial y tratable

El Día Mundial del Riñón -que se conmemora el próximo jueves 12 de marzo- es una iniciativa de la Sociedad Internacional de Nefrología, a la que adhiere la Sociedad Argentina de Nefrología, bajo el lema “La enfermedad renal es común, perjudicial y tratable. Mantengamos la presión arterial en valores bajos”.

La fecha pretende fomentar el conocimiento de la importancia de los riñones y difundir el concepto de que las enfermedades renales son comunes, riesgosas y tratables, además de que pueden aparecer a cualquier edad.

Los riñones tienen el tamaño de un puño y su trabajo consiste en eliminar el exceso de agua y toxinas del cuerpo. Producen hormonas que regulan la presión arterial, la producción de glóbulos rojos y de vitaminas. Pero, cuando no pueden cumplir con estas funciones, el agua y las toxinas se acumulan en la sangre y aparecen algunos de los siguientes síntomas: hipertensión arterial; dolor lumbar y/o cólicos renales; hinchazón de ojos, manos y/o pies; orinar frecuentemente, especialmente de noche; ardor o dificultad al orinar; aparición de espuma o sangre en la orina; retardo en el crecimiento (en los niños).

Si nuestros riñones pierden gradualmente su capacidad para funcionar, hablamos de enfermedad renal crónica, que es silenciosa: poco o nada sintomática, por mucho tiempo. La diabetes y la presión arterial alta pueden enfermar a los riñones. Por este motivo, la detección precoz, el estricto control del azúcar en sangre (glucemia), la dieta, el control de la presión arterial y del colesterol son fundamentales para evitar el daño renal de esta enfermedad.

Trasplante como alternativa

El trasplante de órganos es un tratamiento médico indicado cuando toda otra alternativa para recuperar la salud del paciente se ha agotado, que sólo es posible gracias a la voluntad de las personas que dan su consentimiento para la donación, según informa el Incucai.

Se trata del reemplazo de un órgano vital enfermo, sin posibilidad de recuperación, por otro sano. Los órganos que se trasplantan en nuestro país son riñón, hígado, corazón, pulmón, páncreas e intestino, aunque también se trasplantan tejidos (córneas, piel, huesos y válvulas cardíacas).

La donación de órganos es posible sólo en 5 de cada 1.000 fallecimientos debido a la complejidad de los requerimientos necesarios para llevarla a cabo; sólo puede concretarse si la muerte sucede en una unidad de terapia intensiva y requiere de inmediato una serie de pasos coordinados en simultáneo.

En ambos casos, órganos o tejidos, los trasplantes se efectúan a partir de donantes cadavéricos. También se trasplantan células progenitoras hematopoyéticas de médula ósea o sangre periférica, cuya modalidad de donación es distinta de la de los órganos y tejidos, ya que su extracción se realiza en vida.

Sólo ante una necesidad extrema, frente a la falta de donantes cadavéricos, se plantea la posibilidad del donante vivo, debiendo existir un vínculo familiar, de acuerdo con la legislación vigente. Esta alternativa se refiere únicamente a casos de trasplantes renales y hepáticos. El órgano más común que se dona en vida es el riñón, ya que una persona puede desarrollar una vida normal con un solo riñón en funcionamiento. Parte del hígado también puede ser trasplantado. La donación de órganos entre familiares está permitida exclusivamente cuando se estima que no afectará la salud del donante y existan perspectivas de éxito para el receptor.

ADEMÁS

Perla Tedeschi pidió que la población tome conciencia de controlar y cuidar sus riñones para evitar comenzar a hacerse diálisis, como ella lo hace desde hace casi cinco años.

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