El reuma, como tantas enfermedades, es un concepto engañoso y ciertamente poco conocido. Para comenzar, según explican los expertos de la Sociedad Española de Reumatología, el ‘reuma’ no existe como tal enfermedad. La medicina no la estudia como tal. Es en todo caso una acepción social.
Se habla de reuma, en realidad, en alusión a los problemas generales del aparato locomotor, del sistema muscoesquelético. En alusión a problemas de dolor asociados a los actos de moverse, habituales y normales en otros momentos de la vida, que en un momento dado comienzan a ocasionar dolor.
Explican los expertos de la Sociedad Española de Reumatología (SER) que existen en realidad más de un centenar de enfermedades reumáticas diferentes del aparato locomotor de la persona. La reumatología es una especialidad médica que se ocupa de todas esas enfermedades.
Los expertos de la Liga Reumatológica Española (LIRE), otra sociedad científica de este ámbito, recuerdan que del gran número de enfermedades reumáticas, dos de las más conocidas son la artrosis y la osteoporosis. También son muy frecuentes el lumbago y la ciática.
Y el super extendido dolor de espalda (conocido como dorsalgia) y el del cuello (al que se hace referencia como dolor en las cervicales). Estas manifestaciones dolorosas pueden ser debidas a causas muy diferentes y si persisten en el tiempo deben ser valoradas por un reumatólogo, señala la LIRE.
Otro grupo de enfermedades muy importantes, recuerdan los expertos de esta sociedad, es el de las artritis (inflamación de las articulaciones). Entre ellas destaca como la más conocida, la artritis reumatoide, ya que llega a afectar al 1% de la población, lo cual supone una incidencia elevada.
Una creencia errónea, señalan desde la LIRE, es la de que la enfermedad reumática es cuestión exclusiva de personas mayores. Las enfermedades reumáticas, que son muy diversas, pueden aparecer a cualquier edad, incluso en la infancia, aunque es cierto que son poco frecuentes entre jóvenes.
Por otra parte, los estudios recientes están poniendo en evidencia que las enfermedades reumáticas tienen un componente genético y por lo tanto hereditario. Enfermedades como la espondilitis anquilosante, la gota, o algunas formas de artrosis, tienen un componente familiar significativo.
Tampoco es exacto, aseguran los expertos de la LIRE que el frío o la humedad sean los desencadenantes u orígenes de estas enfermedades: “Lo que el frío y la humedad originan es un empeoramiento de las molestias dolorosas, en algunos pacientes con enfermedades reumáticas”.
Además, “ningún estudio ha demostrado que los países con distintos climas tengan una frecuencia diferente de enfermedades reumáticas debido a ese motivo. La artrosis, una de las enfermedades reumáticas más conocidas, no es más frecuente en Estocolmo que en Málaga”.
Sin embargo, ello no supone que un invierno más benigno, como los que se disfruta en algunas regiones del sur de España, tenga una repercusión menor en los síntomas dolorosos de muchas enfermedades reumáticas. De ahí, la gran aceptación que tienen estos lugares, para estos enfermos.
Hablemos pues de dos de las afecciones reumatológicas más frecuentes e importantes. La artritis y la artrosis. Los datos generales propios de la artritis más importantes o diferenciales son los sintomáticos, que comienzan por el dolor, la hinchazón y enrojecimiento de la zona afectada.
Se registra además un aumento de la temperatura y una rigidez de la articulación. La artritis infecciosa puede provocar hasta 40 grados de fiebre por la inflamación y la acumulación de pus. Sin embargo, la artritis reumatoidea se suele manifestar poco a poco y de forma difusa.
La artritis reumatoidea puede empezar a manifestarse con pérdida del color, falta de apetito y dolores musculares leves. En el proceso las articulaciones terminan presentando un aspecto enrojecido, hinchado y se vuelven sensibles al tacto, que les produce dolor sin la necesidad de más coadyuvantes.
La rigidez va desapareciendo a medida que la actividad diaria va desentumeciendo el cuerpo.
Los factores de riesgo para la artritis infecciosa comienzan por la edad, siendo los mayores de 60 años los más propensos. Otro factor es el de las enfermedades de transmisión sexual, drogas, alcohol.
Pueden aumentar el peligro de padecerla el uso de fármacos inmunosupresores, la diabetes y las enfermedades hepáticas. Respecto a las artritis reumatoide son factores de riesgo los Antecedentes familiares de este trastorno y alteraciones genéticas relacionadas con el sistenma autoinmune.
El tratamiento de la artritis infecciosa es sencillo y no suele prolongarse. Se puede optar por una hospitalización, por el reposo absoluto, el uso de antibióticos para cortar la infección y por terapias de drenaje de líquido o extracción de cuerpos extraños causantes de la infección.
Es importante ejercitar la articulación después para evitar la rigidez y pérdida de movilidad. En lo que a la artritis reumatoidea se refiere, el médico aconsejará una medicación analgésica y antinflamatoria, con fármacos como la aspirina, inmunosupresores o la cortisona, aunque bajo su control.
En los casos extremos se puede recurrir a la cirugía para la implantación de prótesis que sustituyan a las articulaciones dañadas. Las cifras indican que el 45% de los afectados se recupera totalmente después de uno o más brotes. Otro 45% sigue con la enfermedad en un grado fácilmente soportable.
Los síntomas de la artrosis consisten en el dolor en las articulaciones al ponerlas en movimiento, la rigidez articular tras un periodo de descanso. La movilidad se recupera a los pocos minutos. Llega a producirse deformidad y pérdida de movilidad en los estadios más avanzados.
En realidad se desconocen las causas de la artrosis, pero se observa mayor riesgo en las articulaciones que han soportado un sobreesfuerzo continuado. El tratamiento suele ser una recomendación de ejercicio moderado y específico para la zona afectada. En procesos dolorosos, analgésicos y aspirina.
Sólo en casos avanzados se recurrirá a la cirugía para la implantación de prótesis. Se aconseja tener cuidado de que no se produzca una irritación de la mucosa gástrica si se abusa de la aspirina para evitar el dolor. La deformidad en la articulación es un riego, paliable con cirugía y prótesis.
La prevención más adecuada pasa por no someter a las articulaciones a esfuerzos bruscos, exagerados o muy violentos. Cuando ya se padece, hay que evitar los ambientes húmedos en la medida de lo posible para evitar un agravamiento de los síntomas de estas enfermedades.
Explican los expertos de la Sociedad Española de Reumatología que el médico reumatólogo clasificará las artritis según su extensión y su forma de aparición, con el objeto de conocer la causa que las motiva. Cuando la artritis afecta a una sola articulación, se denomina monoartritis.
“En estos casos, el reumátologo busca la posibilidad de que la artritis sea causada por un germen, es decir que se trate de una artritis infecciosa. También las monoartritis, con frecuencia, están motivadas por enfermedades de causa metabólica, como la gota o la condrocalcinosis”, añade la SER.
Ycontinúan explicando que si se ven afectadas, 2 o 3 articulaciones se conoce como oligoartritis, y si se afectan 4 o más, poliartritis. En estas situaciones, el médico deberá conocer si su aparición ha sido brusca y reciente (artritis agudas), algo que pueda estar también en relación con infecciones. Si persiste más de 3 meses se habla de artritis crónicas que con frecuencia, son debidas a enfermedades reumáticas de tipo autoinmune (en las que el organismo reacciona contra sus propios componentes), como la artritis reumatoide, la artritis psoriática, el lupus eritematoso, etcétera.
Un 30 por ciento de afectados de artritis, menores de 65 años, está incapacitado para trabajar
Cerca de un 30% de los pacientes afectados por artritis reumatoide menores de 65 años están discapacitados para trabajar, lo que puede llevar a reducir hasta la mitad sus ingresos económicos tras nueve años de evolución de la enfermedad, según ha afirmado el presidente de la Coordinadora Nacional de Artritis (CONARTRITIS), Antonio Torralba, durante el 'Taller Enfermedades Inflamatorias en el siglo XXI: el valor de las terapias biológicas en España', celebrado recientemente en Madrid.
En ese sentido, diversos estudios han puesto de manifiesto que el 66% de ellos pierde una media de 39 días de trabajo al año, según han informado los organizadores del evento en un comunicado. El estudio publicado recientemente en 'Annals of Rheumatic Diseases' estimaba el coste de las pérdidas de productividad de esta enfermedad en 7.217 euros por persona al año (concretamente en 6.777 euros en el caso de las mujeres, y 8.443 euros en el de los hombres); asimismo, concluía resaltando que la mejoría de la enfermedad supone un aumento notable de la productividad.
La artritis reumatoide es una enfermedad inflamatoria crónica que afecta sobre todo a las articulaciones, que se inflaman y con el tiempo se deforman. Frente a lo que tiende a pensarse, aparece en individuos de mediana edad (entre los 40 y 50 años), y con más frecuencia en mujeres que en hombres, en una relación de tres a uno. Se calcula que en España 200.000 personas la padecen.
Al hilo de las complicaciones derivadas del reuma, durante el encuentro se estudiaron las repercusiones en la calidad de vida que provocan otras enfermedades inflamatorias como la espondilitis anquilosante. Los datos ponen de manifiesto que entre el 60 y el 65% de los pacientes tiene una minusvalía del 33%; tres de cada 10 de ellos está de baja o jubilado a causa de esta enfermedad y un 15% culpa a la enfermedad de su situación de desempleo.
Además, los estudios epidemiológicos demuestran una prevalencia de la espondilitis anquilosante entre 0,1 y 2,5% mientras que en los servicios de reumatología es de un 14,9%. La espondilitis anquilosante es una enfermedad inflamatoria crónica progresiva que provoca el anquilosamiento de los huesos de las articulaciones en las que aparece, especialmente en pelvis, hombros y cervicales, imposibilitando la movilidad y causando minusvalía en un 10% de los pacientes.
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