01 febrero 2009

Implantan un dispositivo para la estimulación cerebral profunda

Especialistas en Neurocirugía y Neurología de los hospitales Clínico de Valencia y Clínic de Barcelona han implantado por primera vez un dispositivo recargable para la estimulación cerebral profunda. El dispositivo permitirá reducir el número de operaciones de sustitución de batería a las que se sometían los pacientes con enfermedades como el Parkinson, la distonía y el temblor esencial.

El aparato ha sido fabricado por la empresa Medtronic, según informaron hoy las entidades en un comunicado.

Los equipos de expertos de los centros han intervenido a dos pacientes con distonía, enfermedad neurodegenerativa que provoca contracciones sostenidas de músculos en una o más partes del cuerpo, causando retorcimientos o torsiones de las partes afectadas.

Según explicaron, hasta ahora los dispositivos utilizados tenían una vida útil de cuatro años --dos en el caso de la distonía--, por lo que el paciente debía ser intervenido para la implantación de un nuevo neuroestimulador. Sin embargo, este neuroestimulador permitirá que los enfermos no serán operados hasta pasados nueve años y además la tolerancia es mayor, por lo que el riesgo de formación de úlceras disminuye de forma considerable.

Asimismo, según subrayaron, los pacientes tendrán un mayor control de su función motora, ya que, tan sólo pulsando un botón --dentro de los parámetros fijados por el médico--, podrán ajustar la terapia según sus necesidades.

REDUCE EL COSTE

Otra de las ventajas que destacaron es la reducción del coste sanitario, pues disminuyen las intervenciones y el número de neuroestimuladores. Así, por ejemplo, los pacientes con Parkinson pueden ver reducida la medicación requerida para controlar su enfermedad con este tipo de terapia, denominada estimulación cerebral profunda (DBS, en sus siglas en inglés).

La estimulación cerebral profunda trabaja mediante la estimulación eléctrica de estructuras diana en el cerebro, el núcleo subtalámico (STN) o el globo pálido interno (GPi), que controlan el movimiento y las funciones musculares. Un electrodo con cuatro polos minúsculos se implanta quirúrgicamente en el cerebro y es conectado mediante una extensión que va por debajo de la piel a un neuroestimulador implantado en la zona abdominal, y el estímulo eléctrico se puede ajustar de manera no invasiva, de forma telemétrica hasta alcanzar las necesidades individuales de cada paciente.

Poco tiempo después de la cirugía el paciente vuelve a ver a su médico para empezar con la programación inicial del neuroestimulador. Según explicaron, de esta forma se optimizará el control de los síntomas de la enfermedad para minimizar los efectos secundarios. Asimismo, para ajustar el estímulo se utiliza un programador que comunica con el dispositivo vía radiofrecuencia, una forma no invasiva e indolora, que tiene por objetivo cubrir las necesidades de cada paciente en el control de sus síntomas.

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