La medicina recurre a la Psicología para reducir la anestesia en pacientes de riesgo a los que se les relaja con técnicas asociadas en el pasado al esoterismo.
La reina Fabiola de Bélgica se sometió hace dos semanas a una cirugía de tiroides. Hubiera sido una intervención convencional salvo por la forma en la que la ilustre enferma fue dormida. Su médico, la doctora Faymonville del Hospital Universitario de Lieja, recurrió a la hipnosis en combinación con una ligera sedación y anestesia local. Así pudo reducir la dosis de fármacos y evitar los riesgos añadidos de una anestesia general o sedación muy profunda en una paciente de 80 años tan delicada como la reina Fabiola.
La decisión del Hospital de Lieja no es insólita. Las técnicas de hipnosis se utilizan en medicina desde el siglo XVIII y aunque perdieron esplendor con la aparición de anestésicos seguros, poco a poco han vuelto a entrar en el quirófano y en las Unidades del Dolor de un número creciente de hospitales, entre ellos algunos centros españoles.
Su utilización es más frecuente de lo que se pueda pensar aunque algunos médicos prefieran referirse a estas técnicas con otros términos menos sospechosos como «relajación» o «visualización». «La hipnosis aún se asocia a magia, esoterismo y a una intervención más propia del mundo del espectáculo», explica Héctor González Orbi, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y director de cursos de formación. Estos cursos están pensados para psicólogos y médicos, no para hipnotizadores. «Enseñamos cómo utilizar la sugestión en el sentido más positivo», indica.
No se utilizan ni péndulos, ni artilugios mágicos. Sí mucha relajación, un ambiente agradable con música, luz tenue e imaginación. «La eficacia depende de la capacidad de sugestión del paciente. Si está dispuesto a entrar en el juego y seguir las pautas. «Igual que si tuviera que seguir un tratamiento médico». La hipnosis no funciona en todos las personas, por eso necesita un ensayo previo «para no arriesgarnos a que no funcione el día de la cirugía». Ni tampoco se consigue en el mismo tiempo. Depende de cada persona, entre media hora y una hora.
Algunos pacientes muy entrenados pueden lograrlo en cuestión de segundos. El año pasado un conocido hipnotizador británico recurrió a la hipnosis antes de someterse a una operación en su mano derecha. Alex Lenkei, de 61 años, consiguió sedarse en 30 segundos para afrontar una cirugía que se prolongó durante 80 minutos. Estuvo consciente durante toda la intervención.
Las técnicas de hipnosis se utilizan en cirugías que se pueden abordar con anestesia local o regional, como las intervenciones que se hacen en extremidades o en el cuello. También es un recurso en punciones lumbares, en partos y tratamientos dentales.
Limitaciones
La hipnosis funciona, pero tienen sus limitaciones, advierte Tomás Colón, jefe del Servicio de Anestesia del Hospital USP San José de Madrid. «Es importante dejar claro que son técnicas complementarias que se deben combinar con una ligera sedación o anestesia local. Necesita personal entrenado, no es eficaz en todos los casos y tampoco podemos utilizarlo en cirugías de urgencia».
Los mejores candidatos serían aquellos dispuestos a colaborar, con una edad avanzada y mayor riesgo anestésico por haber sufrido alguna reacciones previa a la anestesia. «En estos pacientes puede ser útil disminuir la necesidad de sedantes y la angustia del quirófano», apunta Colón.
En el Hospital USP San José se ofrece en la Unidad del Dolor, para reducir la intensidad de las molestias en procesos crónicos como el cáncer, trastornos musculares o fibromialgia. En estas enfermedades de larga duración, en las que los fármacos tampoco funcionan, la sugestión hipnótica logra reducir tanto la sensación como la intensidad del dolor.
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