29 enero 2009

El bótox también cura las ‘lágrimas de cocodrilo’


Patricia Webster es una británica de 58 años a la que el bótox le ha cambiado la vida, y no precisamente por haber rejuvenecido su rostro. La mujer lleva más de 15 años padeciendo un extraño mal llamado ‘Síndrome de Guillain-Barré’ que afecta al sistema nervioso periférico y produce debilidad muscular o parálisis.

En 1991 le diagnosticaron lo que, según la Universidad de Virginia, es un trastorno neurológico en el que el sistema inmunológico del cuerpo ataca a una parte del sistema nervioso periférico (...) y que es poco frecuente, ya que lo sufren entre una y dos personas de cada 100.000.

De acuerdo con el Instituto de las Enfermedades Neurológicas y del Derrame Cerebral, recibe el nombre de síndrome en lugar del de enfermedad debido a que no está claro si existe un agente específico causante de enfermedad. Un síndrome es una condición médica que se caracteriza por un conjunto de síntomas (lo que siente el paciente) y señales (lo que el médico puede observar o medir). Las señales y síntomas del síndrome de Guillain-Barré son bastante variados por lo que, en raras ocasiones, los médicos pueden encontrar difícil realizar el diagnóstico en las etapas iniciales.

Comer era llorar

En Patricia, el síndrome actuó en las fibras nerviosas que regulan la salivación alterando el funcionamiento de la glándula lagrimal. Como efecto secundario, lloraba cada vez que comía, incluso a pesar que los alimentos fueran líquidos como sopa o té. Con el problema diagnosticado desde 1991 pero sin una solución hasta la fecha, la mujer asegura que cayó en una depresión, de la que está saliendo gracias al hallazgo de la solución de su problema.

Webster acude cada dos meses al hospital de Maidstone (Kent) para que le inyecten Botox en los párpados. "Me siento un poco culpable al leer lo caro que es el tratamiento. Pero funciona y esto significa que puedo volver a ponerme maquillaje y salir al mundo de nuevo", asegura.

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