11 diciembre 2008

Reumatismo, cuando duele moverse

Las muñecas, manos, rodillas, tobillos y columna vertebral son por lo general los puntos donde se nota primero el reumatismo, que viene acompañado, además de dolores e hinchazón, de pérdida de movilidad y de fuerza. Las causas de esta enfermedad son tan variadas como sus manifestaciones, aunque existen factores de riesgo, entre ellos la obesidad o los traumas físicos.

Lo que popularmente se conoce como reuma --una palabra que, por cierto, no figura en los diccionarios médicos como término para designar una enfermedad-- es un conjunto de dolencias que afecta al sistema

locomotor.

Los músculos y las articulaciones se inflaman, y los huesos se deforman. Todo ello va acompañado de dolor y dificultad para mover la parte afectada. Además, las personas con este tipo de dolencia suelen sentir un cansancio perpetuo o fatiga crónica.

Las enfermedades reumáticas incluyen un amplio espectro de manifestaciones. Artrosis, osteoporosis y artritis reumática son las más frecuentes en este grupo de dolencias, en el que se encuadran asimismo la ciática, la gota y la polimialgia

reumática.

Todas estas enfermedades impiden caminar con normalidad, utilizar manos y brazos o realizar determinados movimientos.

LAS CAUSAS DE

LAS DOLENCIAS REUMATICAS

El reumatólogo es el médico especialista en enfermedades reumatológicas y el que puede establecer el tipo exacto de dolencia de un determinado paciente.

Se tiene la opinión de que las personas mayores son las únicas que pueden tener problemas de reumatismo, pero esto no es cierto, aunque sí es verdad que la incidencia de estas dolencias aumenta en personas de la tercera edad.

Los niños también pueden tener enfermedades reumáticas, al igual que los jóvenes, en especial si practican deportes en los que estén expuestos a golpes y lesiones musculares. Hay dolencias reumáticas relacionadas con el trabajo; por ejemplo, en personas que deben hacer gran fuerza con las manos, o cargan pesos, o realizan movimientos repetitivos.

La obesidad y la falta de ejercicio pueden influir en la aparición de la enfermedad, así como también existen causas genéticas. Pero no hay reglas fijas y los desencadenantes exactos de las dolencias reumáticas no están claramente establecidos.

UN TRATAMIENTO PARA

CADA CASO

Lo primero que recetará el reumatólogo a los pacientes con enfermedades reumáticas serán medicamentos para atacar el dolor y la inflamación.

Se tratará usualmente de fármacos con corticosteroides y antiinflamatorios no esteroideos. Estos medicamentos ayudan a combatir la dolencia, pero tienen muchos efectos secundarios y su utilización tiene que hacerse siempre bajo control médico.

Fisioterapia y rehabilitación son las otras dos principales armas para hacer frente a este tipo de enfermedades. Rayos infrarrojos, corrientes interferenciales, aplicación de barros y baños en aguas medicinales, alimentos como el ajo y las grosellas son asimismo buenos remedios para los dolores reumáticos.

Algunas prácticas de la medicina oriental, como la acupuntura, han tenido muy buenos resultados en el tratamiento de pacientes con dolores de este tipo.

El calcio, que se encuentra principalmente en los alimentos lácteos, es indispensable para mantener en buen estado los huesos y cartílagos. Cuando la ingesta de alimentos con calcio no es suficiente, es muy importante recurrir a fármacos que contengan este mineral.

En caso de que la enfermedad tenga un origen ocupacional, es aconsejable que el paciente reciba asesoramiento para poder continuar ejerciendo su trabajo, pero con una serie de movimientos nuevos o con ayuda de instrumentos que eviten mayordeterioro de sus articulaciones.

Las personas con problemas reumáticos tienen que estar activos y realizar ejercicios de forma habitual, aunque siempre dentro de sus

capacidades.

Mantener el peso apropiado es igualmente muy importante, porque se evita así ''sobrecargar'' los huesos y articulaciones.

Recordar, por último, que tomar el sol --siempre con moderación-- es bueno para los huesos, puesto que sus rayos ayudan a producir vitamina D, que favorece la absorción del calcio y el fósforo, imprescindibles para el sistema óseo.

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