09 noviembre 2008

Cuidado con el Síndrome de adicción al ejercicio

Problemas óseos, daños musculares, desgaste de tendones, convulsiones, mareos, dolores de cabeza, taquicardias, aislamiento social, baja autoestima, ansiedad y depresión, pueden ser resultado del llamado síndrome de adicción al ejercicio, conocido como enfermedad de la belleza o la vigorexia.

Dunia de Martini Romero, médico especialista del IMSS, explica que se trata de un tema relativamente nuevo. En México no existen estadísticas precisas; sin embargo, las estimaciones internacionales han comprobado que 95 por ciento de los pacientes que presentan el trastorno son varones entre 17 y 35 años.

Señaló que esta enfermedad se asocia a la obsesión compulsiva de la alimentación, pero, a diferencia de la anorexia o la bulimia, es un problema especialmente masculino y se caracteriza por la preocupación perturbadora del físico y una dismorfofobia o distorsión del esquema corporal.

"La extrema actividad del deporte y la ingesta compulsiva de alimentos para subir de peso, ya que al verse en el espejo, los varones se visualizan delgados y con poco desarrollo muscular, son parte de los principales síntomas.

"Este trastorno implica una adicción a la actividad física. Los vigoréxicos suelen realizar ejercicio excesivamente a fin de lograr un desarrollo muscular mayor de lo normal, de lo contrario se sienten débiles. A esta exigencia se suma la distorsión en la alimentación que se hace patente en una dieta poco equilibrada, en la cual la cantidad de proteínas y carbohidratos consumidos es excesiva, mientras que los lípidos se reducen", acotó la especialista.

Un vigoréxico es adicto a desarrollar masa muscular, por lo cual puede llegar a ingerir más de 4 mil 500 calorías diariamente, cuando lo habitual para los varones son 2 mil 500, aproximadamente. En ocasiones, presenta alteraciones metabólicas causadas por el consumo de esteroides que producen repentinos cambios corporales y de humor.

Para este padecimiento, el IMSS brinda un tratamiento integral farmacológico y terapéutico por medio de psicoterapia y antidepresivos. La terapia funciona para mejorar la confianza y seguridad del paciente, mientras que los medicamentos estabilizan sustancias del cerebro como serotonina y dopamina, indispensables en el funcionamiento de las emociones; y, de ser necesario, se proporciona ayuda con especialistas de nutrición.

La vigorexia, comenta de Martini Romero, compromete la salud física y mental de los pacientes, pues frecuentemente manifiestan depresión y si el ejercicio es incesante puede ser peligroso, al grado de producir problemas cardiacos. El individuo con este síndrome sufre por ver su imagen distorsionada y puede lesionarse al tratar de alcanzar un cuerpo ideal.

La psiquiatra subrayó que este padecimiento esta subdiagnosticado, debido a que las personas sólo acuden a consulta o solicitan la ayuda de un profesional hasta que ven afectada su vida.

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