24 agosto 2008

TAN GORDOS Y TAN SANOS

Un 12,9 por ciento de los españoles (10,9 por ciento en el caso de los riojanos) padecen obesidad. ¿Están enfermos? El último estudio en la materia indica que sólo algunos de ellos.




A pesar de la creciente preocupación por la epidemia de obesidad, que ha recibido la calificación de 'plaga del siglo XXI', entre otras apocalípticas etiquetas, aumentan las pruebas científicas de que la obsesión por el peso como un indicativo de nuestro estado de salud puede ser, sencillamente, un error. Un estudio firmado por investigadores de la Universidad de Michigan (Estados Unidos) sugiere que la mitad de los pacientes con sobrepeso y un tercio de las personas obesas son sujetos 'metabólicamente sanos'.

A pesar de los kilos de más, sus niveles de colesterol están dentro de la normalidad, no tienen hipertensión y sus niveles de azúcar en sangre, así como otros indicadores de riesgo cardiovascular, permiten considerarlos personas sanas. Por otra parte, una de cada cuatro personas delgadas (que por su peso ya se considerarían 'sanas') muestran como mínimo dos factores de riesgo típicamente asociados a la obesidad, de acuerdo con esta investigación, para la cual se han analizado los datos de más de 5.000 personas.

Hay que decir que muchos problemas de salud suelen acompañar al sobrepeso y a la obesidad. No obstante, los investigadores afirman que la proporción de personas con exceso de peso y buena salud metabólica es sorprendente. Para MaryFran Sowers, parte del equipo de investigación, "a veces se usa el término 'sobrepeso' de forma indiscriminada, hay muchas diferencias individuales dentro de esa denominación".

Sus datos venían precedidos por un informe del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) y el Instituto Nacional del Cáncer, ambos de Estados Unidos, que mostraba hace unos meses que las personas con un cierto exceso de peso tienen una esperanza de vida más larga que la de los 'adultos de peso normal'.

No obstante, muchas personas se resisten a admitir que los gordos puedan estar sanos. Diversos expertos han criticado los datos que el CDC difundió en su momento, indicando que sus estadísticas sobre mortalidad no reflejan el deterioro de la calidad de vida ni el sufrimiento que causa la obesidad.

LA MASA MUSCULAR

Jesús Egido, jefe de Endocrinología del Hospital San Pedro de Logroño, recuerda que el peso y más concretamente, el Índice de Masa Corporal (el valor que suele utilizarse para medir la corpulencia) es una medida útil pero tiene sus limitaciones. A su modo de ver, uno de los factores clave para explicar el deterioro de la salud en casos de obesidad es el sedentarismo. "La pérdida de masa muscular que se conoce como sarcopenia es un factor determinante del que se va a oír hablar mucho en el futuro inmediato", indica. "De lo que no cabe duda es de que el sedentarismo favorece las alteraciones del metabolismo", asevera.

Acorde con este enfoque es una línea de investigación en la que se incluyen varios estudios del Instituto Cooper de Dallas (EE.UU.), que indican que la capacidad de una persona de responder a pruebas de ejercicio en una cinta de andar son un mejor indicador de su salud que su peso y que su índice de masa corporal. Según este planteamiento, no es lo que uno pesa sino su agilidad y su capacidad para moverse, lo que indica cómo está en términos de salud cardiovascular. Las pruebas de esfuerzo no eran duras en este caso: los científicos fueron acelerando gradualmente la cinta, los hombres que caminaban 8 minutos y las mujeres que aguantaban 5 minutos y medio eran personas sanas desde el punto de vista cardiovascular. Los que estaban por debajo de esos tiempos, independientemente de lo que pesaran, eran pacientes de riesgo.

El doctor Egido afirma que la obesidad es un fenómeno complejo, y que quizá el problema más grave sea el de la 'diabesidad' (combinación de obesidad y diabetes) y la confluencia de factores de riesgo como la hipertensión, la hipercolesterolemia (elevación de valores de colesterol en sangre) y la resistencia a la insulina lo que acaba deteriorando el sistema cardiovascular e incrementa el riesgo de desarrollar enfermedades.

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