27 julio 2008

LA CRONOBIOLOGÍA

Cada cosa a su hora y una hora para cada cosa: la cronobiología está aquí



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¿Quiere perder peso?, pues no tome dulces por la noche. ¿Desea que el ejercicio físico sea más eficaz?, pues hágalo por la tarde. ¿Quiere mejorar el cutis?, pues póngase la crema hidratante antes de irse a dormir. No le estamos tomando el pelo, sino hablándole de cronobiología , una ciencia joven que estudia cómo afectan los ritmos biológicos a los seres vivos y, en especial, a los seres humanos.

Pero su estudio no sólo está adquiriendo más importancia para mejorar nuestra calidad de vida, sino también para la prevención y tratamiento de enfermedades. Por ejemplo, gracias a la cronobiología sabemos que la hora más peligrosa para sufrir un infarto de miocardio o un infarto cerebral es la que va entre las 7 y las 11 de la mañana y, sobre todo los lunes; que el calor corporal aumenta por las tardes y, sin que lo sepamos, diversas células de nuestro organismo se van renovando de forma cíclica cada día, mes o año, como destaca Juan Tamargo, catedrático de Farmacología de la Universidad Complutense de Madrid y coautor del libro cronobiología , cronopatología y cronofarmacología.

Ejemplo de ello son los glóbulos rojos, que sólo viven cuatro meses, y las células que recubren el estómago y la piel unos 15 días. Por su parte, el hígado se renueva cada 18 meses; el esqueleto, al completo, cada diez años; y la estructura muscular cada 15 años. Después, estas células son reemplazadas por otras completamente nuevas.

No hay constantes

Aunque los médicos han acuñado el concepto de constantes biológicas se trata de un error, porque no hay ningún parámetro corporal que sea constante: ni la secreción de ciertas hormonas, ni la temperatura, ni la tensión arterial, por poner sólo tres ejemplos.

En concreto, la hormona de crecimiento se activa durante la primera parte del sueño, mientras que otra hormona, la prolactina, se segrega durante la última parte del mismo. Ambas son vitales para el funcionamiento de muchos órganos, entre ellos el reproductivo, y ambas pueden ser origen de salud o enfermedad.

El hecho de que casi todos los análisis diagnósticos como muchas de las medicaciones se aconsejen por la mañana no tiene otro sentido que el crear un hábito en el enfermo para que cumpla las órdenes del médico y ajustar estas citas a los horarios de los profesionales que trabajan en el campo de la salud. De hecho, guardando entre 8 y 10 horas de ayuno, las pruebas serían iguales o más fiables, por lo que podrían hacerse análisis a las 8 o 9 de la tarde.

Ciclo vital

La prueba de que existen ritmos biológicos que influyen decisivamente en nuestra vida lo tenemos en el ritmo circadiano -día y noche- que condiciona nuestro sueño o en el caso de las mujeres, las menstruaciones que se repiten cíclicamente cada 28 o 30 días. Pero no son las únicas muestras de este fenómeno tan usual y decisivo. La hibernación de ciertos animales en invierno o de los apareamientos en ciertas épocas del año, no son sino pruebas añadidas a estas tesis.

Las células de la piel tienen una muy rápida velocidad de recambio y la sustitución de las células muertas alcanza su punto máximo hacia la una de la madrugada. Por eso los laboratorios de cosmética recomiendan aplicar las cremas para cuidar la piel por la noche. +

La relación enfermedad-hora del día se ve, por ejemplo, en el picor que acompaña a la dermatitis alérgica y que alcanza su máximo entre las 19 y las 23 horas. En cuanto a la ingesta de dulces, las células que regulan las grasas o adipocitos reposan de noche y se muestran más perezosos a la hora de eliminar grasa. Así que si la alimentación antes de dormir es rica en grasas o azúcares refinados, la posibilidad de ganar peso se hace más evidente.

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