Ansiedad, tristeza, fatiga crónica, confusión, trastornos de identidad, dolores musculares y cefaleas son algunos de los síntomas que sufren buena parte de los inmigrantes ilegales o en situación límite. Es el síndrome del inmigrante con estrés crónico y múltiple o síndrome de Ulises, término que, por la similitud de la situación de los inmigrantes con las penalidades que vivió este personaje homérico, fue acuñado en 2002 por el médico y psiquiatra, Joseba Achotegui, que dirige el Servicio de Atención Psicopatológica y Psicosocial a Inmigrantes y Refugiados (SAPPIR).
la soledad, la falta de recursos, el miedo a ser deportados y el fracaso que supone no poder conseguir los papeles o tener que volver al país de origen con las manos vacías son las principales causas que generan este trastorno, que puede cronificarse. "Es una patología que no tiene cura, porque depende de un contexto social, aunque sí se pueden aliviar sus síntomas", explica Joseba Achotegui. Los casos de inmigrantes que sufren este trastorno se incrementaron a partir del año 2000, pero es difícil contabilizar el número exacto de personas que lo padecen. "Son gente invisible, los llaman los nadie. A pesar de ello, cerca de un tercio lo sufren", aclara el psiquiatra. Según Achotegui, los inmigrantes que padecen el síndrome de Ulises sienten una "especie de odio" hacia los países de origen, que "no les dan lo que necesitan", y hacia la sociedad receptora, que "no les deja salir adelante". El psiquiatra lo define como un "situación inhumana", en la que los subsaharianos son el colectivo que más resiste.
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