17 junio 2009

Síndrome de fatiga crónica

Intente recrear esta escena en su mente: lleva varias semanas con un cansancio extremo que a pesar de largos periodos de descanso no logra superar y no tiene una causa lógica. Es ya el cuarto médico que visita y al igual que los tres previos le dan el mismo diagnóstico: “Usted está completamente sano, probablemente su malestar es de origen psicológico”, se niega a darle una nueva incapacidad y le manda a trabajar. Los problemas en el trabajo y el hogar por su falta de energía son cada vez más graves, la pérdida del empleo y una ruptura familiar parecen inminentes.

Esta es la historia de muchos pacientes que cursan con el síndrome de fatiga crónica (SFC), tema que representa un gran problema tanto para el paciente como para la gran cantidad de médicos que regularmente son visitados antes de llegar a un diagnóstico certero.

Epidemiología

Aunque en un principio se atribuyó esta enfermedad a personas de raza blanca, alta capacidad intelectual y posición económica elevada (enfermedad de los yuppies), diversos estudios han demostrado que puede afectar a personas de diferentes razas, edades y grupos socioeconómicos. Es más común en adultos que en niños y entre los adultos la enfermedad se da de tres a cinco veces más en la población femenina. Debido a la complejidad del diagnóstico y el enorme subregistro de casos no es posible determinar la tasa de incidencia y prevalencia de casos, pero se estima que puede haber entre dos y cinco millones de personas afectadas en todo el mundo por el SFC.

Definición

Podemos definir este síndrome como una enfermedad compleja, crónica, de causa desconocida, que se caracteriza por la presencia de fatiga física y mental intensa, debilitante y grave, que persiste seis o más meses y con periodos de remisión y exacerbación alternados. Interfiere con las actividades habituales, no disminuye con el reposo, empeora con el ejercicio y se asocia con síntomas característicos que incluyen dolor en músculos y articulaciones, dificultad para concentrarse y cansancio.
El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) ha establecido los siguientes criterios para su diagnóstico:

Fatiga clínicamente evaluada, inexplicada, persistente o recidivante:
 De reciente comienzo o comienzo definido.
 No resulta de un esfuerzo excesivo.
 No se alivia con el reposo.
 Sustancial reducción en niveles previos de actividad ocupacional, social o personal.

Además del cuadro anterior, deben estar presentes cuatro o más de los siguientes síntomas que persisten o recurren por más de seis meses consecutivos y no se encontraban en los días previos a la fatiga:

 Deterioro subjetivo de la memoria reciente o concentración.
 Dolor de garganta.
 Sensibilidad de ganglios linfáticos.
 Dolores musculares.
 Dolores poliarticulares, sin hinchazón o enrojecimiento.
 Cefalea de nuevas características, patrón o severidad.
 Sueño no reparador o interrumpido.
 Malestar o fatiga general posesfuerzo (mayor a 24 horas)

Criterios de exclusión
 Enfermedad activa, no resuelta o sospechada que puede causar fatiga.
 Depresión psicótica, melancólica o bipolar (pero no depresión mayor no complicada).
 Psicosis.
 Demencia.
 Anorexia o bulimia nerviosa.
 Abuso de alcohol u otras sustancias.
 Obesidad severa (índice de masa corporal igual o mayor a 45).

Como es evidente, todos los síntomas son de carácter subjetivo, es decir, dependen de la percepción del paciente y no pueden ser medidos ni cuantificados, lo que hace más complicado el trabajo del médico. Hasta el momento no existe un estudio o test que asegure el diagnóstico, por lo que es común que el paciente visite innumerables especialistas antes de llegar a un centro especializado en estos trastornos.

Tratamiento

Debido a que no hay causa ni cura establecida hasta el momento, las diferentes terapias propuestas se centran en aliviar los síntomas que produzcan mayor malestar. El uso de analgésicos para el manejo del dolor es el más reportado entre los pacientes con SFC. También son usados la terapia hormonal, antidepresivos y medicamentos para el sistema nervioso central. Es reconocido que una dieta balanceada hace parte del tratamiento de las enfermedades crónicas, por lo tanto es importante mantener una dieta saludable, ya que esta podría mejorar el sistema inmune de los pacientes con SFC.

Aunque controversial, la terapia psicológica puede ayudar a entender al paciente su enfermedad y cómo manejarla, el paciente puede examinar sus creencias y preocupaciones, adoptar comportamientos y modificar aquellos que sean necesarios para manejar su enfermedad de manera más efectiva. La terapia física también juega un papel importante en el tratamiento del SFC, aunque también controversial los investigadores han encontrado que un ejercicio graduado ayuda a mantener el tono muscular y la flexibilidad, mejorando el dolor muscular.

Es muy común confundir el SFC con una gran cantidad de enfermedades, principalmente depresión, fatiga posesfuerzo, esclerosis múltiple, fibromialgia, mononucleosis, etc. Ante la presencia de un cuadro completo de la enfermedad es importante buscar un centro especializado en estos trastornos, como el Centro Nacional de Rehabilitación, clínicas del sueño de instituciones y universidades, o a un reumatólogo, psicólogo o psiquiatra experto en el tema.

Por Carlos Fernando Campos Jiménez, médico cirujano

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