Pongamos que se llama Mª Dolores. Me la envió su médico de cabecera por sus dolores crónicos, molestos, cambiantes, resistentes a los tratamientos, y tan insoportables para ella como para su propio médico, porque no dejaba de ir a la a consulta, mantenía una actitud hostil hacia él, y se resistía a abordar abiertamente los problemas emocionales que él pensaba que tenía:
"Mire, doctor, me han dicho de todo, que es una neura, que soy una somatizadora, una depresiva, y últimamente que tengo fibromialgia. No sé qué será pero a mí me duele todo. Los hombros y el cuello, y estoy siempre cansada, y me cuesta moverme, sobre todo por las mañanas... y me paso todo el día agotada, y no puedo con mi trabajo... va por temporadas, hay épocas mejores y peores, pero el mal tiempo y el estrés me ponen fatal. Y así llevo años� y últimamente me han dicho que es genético, es decir que no tiene solución... que soy una profesional de la fibromialgia".
En efecto, recientemente se ha difundido una noticia por la red que asegura que el 71% de las españolas tienen la base genética de la fibromialgia, así como su supuesta base hipotalámica, según afirmó el Dr. Luis Pablo Rodríguez, jefe de Rehabilitación del Hospital Clínico Universitario de San Carlos de Madrid, durante el Congreso Nacional de la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física celebrado en Valladolid. Es decir que habría una base genético-cerebro-emocional, y una supuesta relación con cambios hormonales del ciclo reproductivo, todo lo cual viene a añadir más dudas sobre una enfermedad, o trastorno, o síndrome de por sí "complejo-inespecífico", el cual nadie sabe bien cómo detectar, diagnosticar y tratar.
Obviamente se trata de un tema complejo. La fibromialgia es una "enfermedad" con mala prensa, y las teorías "inespecífico-complejas" que tratan de explicarla no contribuyen a mejorar la situación. Por eso, Mª Dolores se siente incomprendida, maltratada, y cambia de médico, y toma de todo, y busca soluciones milagrosas. ¿Qué hacemos con los dolores de Dolores? ¿Les aplicamos apoyo y hormonas?, ¿o antidepresivos y ansiolíticos?, ¿o analgésicos y relajación muscular? No es fácil responder, pero lo cierto es que cada vez se extiende más esta patología en las consultas de medicina general, reumatología, traumatología o psiquiatría.
La primera descripción la hizo Robert Froriep en 1843, para referirse a una asociación entre reumatismo y dolor, pero hoy se la considera un trastorno crónico, de naturaleza compleja, que padece del 1% al 3% de la población, especialmente mujeres de edad media, y para el que se han aducido causas tan diversas como lesiones musculares, alteraciones inmunológicas, anomalías psicológicas, problemas hormonales, genéticos, etc.
El diagnóstico es poco consistente y tampoco está muy claro su tratamiento. Suelen recomendarse medidas físicas, como calor local, masajes, ejercicios de movilidad y fortalecimiento muscular; también fármacos, como analgésicos, ansiolíticos o antidepresivos, e incluso psicoterapia. Insisto, todo de dudosa consistencia y utilidad. Por eso cunden las asociaciones de personas afectadas que reclaman más atención y ayuda. Y es que, pese a las controversias que suscita, es un problema real, muy actual y postmoderno, pero no por eso menos doloroso. Y es que cuando los médicos no sabemos bien qué hacer con algo lo que le pasa a Dolores, siempre buscamos explicaciones "psicosomático-emocionales", y pensar que tras la máscara del dolor se esconde una especie de "fantasiofrenia" acorde con el matiz hiper-hipocondríaco de los tiempos.
Por eso, mientras a Dolores le siguen doliendo los huesos, y no puede con su alma, entre queja y suspiros, me pregunta: ¿Doctor, usted cree de verdad es esto de la fibromialgia?
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