Especialistas abogan por un diagnóstico precoz para intentar minimizar los daños sobre el sistema nervioso.
El sábado 11 de abril se conmemoraba el Día Mundial del Parkinson, una enfermedad nerviosa que actualmente no tienen curación. Sin embargo, los especialistas en neurología están cada vez más convencidos de que un diagnóstico precoz ayudaría en gran medida a mejorar la calidad de vida de los pacientes.
En España la prevalencia de la enfermedad es del 2% de la población por encima de los 60 años, lo que en el caso de El Ejido se traduce en algo más de un centenar de mayores aquejados de este mal.
El Parkinson es difícil de diagnosticar en sus etapas iniciales, ya que se confunde con los síntomas propios de otras patologías. Pedro Serrano, el jefe de servicio de Neurología de Torrecárdenas (en el Hospital de Poniente no existe este servicio) añade que «es absolutamente esencial en este tipo de enfermedad su diagnóstico precoz. Su diagnóstico es clínico, es decir, se efectúa a partir del análisis por parte del neurólogo de los síntomas del paciente, así como de los datos recogidos por la exploración física del mismo, ya que no existe ningún marcador bioquímico ni de imagen cerebral que permitan diagnosticarlo».
En general, los primeros síntomas de la enfermedad son leves y se van haciendo más notorios con el paso del tiempo. El cuadro inicial típico registra dolores articulares y, sobre todo, torpeza para realizar movimientos. En ocasiones, la caligrafía también empieza a cambiar y se torna pequeña e irregular y en el 80% de los pacientes los síntomas comienzan en un solo lado del cuerpo y luego se generalizan. Asimismo, el carácter varía en los primeros estadios, por lo que es habitual la irritabilidad o la depresión sin causa aparente. «Todos estos síntomas pueden perdurar mucho tiempo antes de que se manifiesten los signos clásicos que confirman el desarrollo de la enfermedad», explica el doctor Serrano.
Tratamiento
El objetivo del tratamiento es mejorar los síntomas de la enfermedad, así como, los efectos secundarios derivados de los fármacos que se usan para combatirla, lo que constituye uno de los principales problemas de manejo de la enfermedad.
En algunos casos seleccionados se puede recurrir a la cirugía funcional a través de estimulación cerebral profunda, que consiste en la implantación de un marcapasos en el área del cerebro afectada para, de esta forma, tratar de recuperar la producción de dopamina.
Los especialistas también destacan que uno de los aspectos más importantes del tratamiento de la enfermedad de Parkinson consiste en el mantenimiento del tono muscular y de las funciones motoras, por lo que es esencial la actividad física diaria. También hay ejercicios determinados que pueden ayudar a mantener la movilidad de los miembros y fortalecer los músculos que generalmente se ven más afectados.
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