25 febrero 2009

Cuando el estrés cruza la barrera


“No puedo más. ¡Menudo estrés!”. Aunque es una palabra que ha pasado a formar parte de nuestras conversaciones diarias dentro y fuera de la oficina, el estrés no es está únicamente ligado ni relacionado con la carga laboral. Va más allá de la fatiga que nos supone trabajar bajo presión.

En base a la fisiología orgánica, el estrés es cualquier situación que pone a nuestro cuerpo en estado de alerta implicando un esfuerzo suplementario -estrés metabólico- y puede originarse tras una agresión, un momento de miedo, un estado de fiebre, una infección...

Estrés crónico

El doctor Guillem Cuatrecasas, del Servicio de Endocrinología y Nutrición de la Clínica Teknon-Clínica Sagrada Familia de Barcelona explica que “el dolor mantenido es una situación que puede provocar estrés crónico” y que “una de las patologías reumáticas en las que más claramente se puede observar esta relación es la fibromialgia, “en la que coexisten a veces situaciones depresivas importantes que a su vez son situaciones de estrés crónico cuya expresión es el dolor”.

En el ámbito hormonal del estrés existen básicamente dos ejes mediadores, como explica el doctor: el eje de los corticoides -uno de los grandes mediadores del estrés a nivel hormonal-, que empieza a nivel del hipotálamo con la hormona CRH, continúa a nivel de hipófisis con la ACTH y finalmente llega hasta la suprarrenal liberando corticoides, y el sistema adrenérgico - de respuesta inmediata-, “que es el encargado de hacernos sudar, tener calor, sufrir taquicardias… y que depende única y exclusivamente de la adrenalina que liberamos en una situación de estrés”.

Según ha comentado Cuatrecasas en el marco del II Simposio de Dolor de la Sociedad Española de Reumatología, “ambos ejes están relacionados porque, al final, uno modula el otro (...) La adrenalina es capaz de modificar el CRH y, a su vez, el cortisol influye sobre la adrenalina”. Pero hay más. “Aunque estos son los dos grandes ejes hormonales”, continúa, “existen muchas otras hormonas que han sido olvidadas y que en una situación de dolor crónico y estrés crónico tienen mucha importancia”. Entre ellas se encuentra “la prolactina, una hormona de estrés importante de la que se desconocen sus acciones y la hormona del crecimiento, otro gran olvidado que también se sintetiza en la hipófisis y que está muy implicada en algunos subtipos de fibromialgia”.

Descargas de adrenalina

En tratamiento aún no existe demasiada alternativa. “El estrés es una respuesta en parte incontrolable y, como tal, no la podemos modular. Realmente, no se puede tratar la cascada de acontecimientos hormonales, es decir, si existe una situación de miedo, se libera mucha adrenalina, es una reacción instintiva, de modo que no existe tratamiento y, además, es bueno tener esa reacción inmediata”, ha afirmado. Sin embargo, ha añadido, “el problema viene cuando esa reacción se cronifica y da lugar a enfermedades o dolor y, posteriormente, cuando a través del dolor se perpetúa esa cascada”.

Para el experto, se pueden identificar defectos hormonales concretos como, por ejemplo, que la hormona de crecimiento se mantenga en unos niveles muy bajos en un caso de fibromialgia. Ante esta situación, afirma, se puede plantear un tratamiento y dispensar hormona del crecimiento a estos subgrupos de fibromialgia, estrés crónico o dolor crónico, mejorando el dolor.

Tal y como ha ocurrido con la fatiga crónica, en caso de que el trastorno hormonal comprenda unos niveles de cortisol inferiores a los normales, se puede suministrar un suplemento con el objetivo de observar si el paciente es capaz de modificar su dolor.

Sin embargo aún son pocos los casos de dolor en los que se conoce un único origen y tampoco sabemos si los cambios hormonales son causa o consecuencia del dolor.

“Si tomamos la fibromialgia como modelo, concretamente dispondremos de un subgrupo que puede rondar el 30% de los casos donde sí existe un déficit de hormona del crecimiento, pero estamos hablando de un 30%, el otro 70% no tiene esas características hormonales tan definidas. Y si hablamos de cortisol, el porcentaje es aún más bajo”, ha concluido. Todavía queda mucho por investigar.


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