22 noviembre 2008

La falta de fármacos deja sin terapia a la mitad de los enfermos de fibromialgia

Los especialistas médicos se ven obligados a cuidar a sus pacientes con analgésicos, antidepresivos y remedios tradicionales.

La falta de fármacos específicos para el tratamiento de la fibromialgia, una enfermedad que se manifiesta con un profundo cansancio y dolores intensos de los músculos y las articulaciones, obliga a los médicos a tratar a sus pacientes con medicamentos convencionales.

Las estimaciones apuntan a que más de 800.000 españoles, probablemente un millón, están afectados por este mal, aunque la mayoría de ellos no lo sepan. La farmacia que se utiliza es tan variada y extensa como las formas del mal, pero sólo resulta eficaz para la mitad de los pacientes, según dijo ayer el reumatólogo Benigno Casanueva.

La terapia contra la fibromialgia, que a menudo requiere apoyo psicológico, se organiza en tres frentes. Los médicos suelen recomendar a los afectados ejercicio físico, como natación y bicicleta, para mejorar la tonicidad muscular; la aplicación de calor, que es un excelente relajante; y medicación. En Estados Unidos, los reumatólogos disponen ya para tratar esta dolencia de un fármaco, la pregrabalina, cuyo uso todavía no está autorizado por la Agencia Europea del Medicamento. «Su eficacia está contrastada en los cuadros leves, pero pierde intensidad a medida que se agrava la patología».

Relajantes musculares

Cada una de las complicaciones que van ligadas a la enfermedad se trata con su medicación expresa. La tristeza profunda se intenta compensar con antidepresivos. También se utilizan analgésicos contra el dolor, fármacos para la mejora de la calidad del sueño y relajantes musculares, entre otros.

Los remedios convencionales y los medicamentos disponibles logran aliviar la vida de la mitad de los afectados. El resto queda a expensas del tipo de fibromialgia que padezca; las hay leves, manejables y otras prácticamente intratables.

Pacientes y profesionales confían en que, algún día, la terapia génica abra las puertas a nuevas alternativas terapéuticas, aunque, de momento, eso queda «muy lejos», según el especialista.

«Aún no se sabe con certeza qué genes están implicados en esta enfermedad. Seguramente, cuando vayamos conociéndolos descubriremos que la fibromialgia no es sólo una, sino un conjunto de dolencias similares, pero distintas», considera Casanueva.

Retos importantes

La necesidad de medicamentos específicos para el tratamiento de la enfermedad no es, sin embargo, el único problema al que se enfrenta la lucha contra la fibromialgia. Según Casanova, sanitarios y pacientes tienen por delante dos retos importantes. Uno, lograr que los afectados lleguen antes a las consultas para mejorar su pronóstico.

«La fibromialgia suele tardar en diagnosticarse hasta doce años, pero he conocido algún caso de más de cincuenta», indica el reumatólogo. Conseguirlo dependerá, en buena medida, del éxito que se obtenga con el principal de los desafíos pendientes, el de superar el rechazo que provocan los pacientes. «Se tiende a pensar que todo esto es un cuento chino; y no es así. Esta es una enfermedad muy dolorosa, en muchos aspectos», apostilla el médico.

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