26 noviembre 2008

El estrés generaría enfermedad desde antes del nacimiento

Una exposición constante a una situación de estrés excesiva puede acarrear graves consecuencias en la salud. Su alta prevalencia en los países industrializados preocupa a los expertos que alarman sobre el riesgo de cardiopatías, cefaleas, trastornos del sueño, dermatológicos e incluso episodios depresivos o brotes maníacos como resultado de una vida llena de tensiones. A todos estos efectos nocivos, un nuevo estudio, publicado en el último número de BMC Psychiatry, añade ahora que el estrés en la gestación aumentaría el riesgo de esquizofrenia en el hijo.

"El riesgo de estrés psicológico se ha relacionado con factores estresantes graves durante el embarazo y también con trastornos en la infancia como el déficit de atención e hiperactividad (TDAH)", apunta Celso Arango, secretario de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica.

Pero, ¿existe algún tipo de prevención ante estas enfermedades? A priori, es complicado, analiza a CF Esteban López de Sá, jefe de la Unidad Coronaria del Hospital de La Paz en Madrid. "El estrés no sólo depende del individuo, sino de la capacidad de respuesta psicológica de éste". No obstante, hay situaciones de estrés que no dejan indiferente a nadie, como la muerte del cónyuge, el divorcio y la separación matrimonial, según establece la Escala de Acontecimientos Vitales Estresantes de Holmes y Rahe utilizada en Psiquiatría.

Señales de alarma
La primera señal del estrés es la de alarma, cuyo síntoma más característico es la tensión muscular. "Se produce una liberación de adrenalina y de glucocorticoides que provoca que el organismo se ponga en alerta y active la maquinaria de respuesta", explica Juan Carlos Leza, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid. Esta primera etapa está asociada a cardiopatías, cefaleas, herpes labial y trastornos gástricos. En la segunda, se produce una adaptación del cuerpo a la tensión.

"El problema se complica si la persona llega a una tercera fase", recalca Leza. El estrés se convierte en crónico y se mantiene en la persona durante un tiempo variable. Es aquí cuando entran en juego las enfermedades orgánicas. Así se constata en un estudio realizado en 4.462 excombatientes treinta años después de la Guerra de Vietnam publicado en el mes de febrero en The Journal of Nervous and Mental Disease. El trabajo desvela que el estrés postraumático de los sujetos tenía un valor predictivo de enfermedad y deterioro a largo plazo de igual valor que parámetros clínicos como un recuento leucocitario alto o una elevación de la velocidad de sedimentación eritrocitaria. De hecho, las personas con estrés crónico tienen más riesgo de padecer problemas en su sistema inmunitario de defensa y, por lo tanto, mayor número de infecciones y enfermedades dermatológicas.

El exceso de estrés produce problemas hormonales en el eje hipotálamo-hipofisario-adrenal, además de un aumento de cortisol (hormona del estrés) que produce atrofia cerebral en áreas del cerebro ricas en receptores glucocorticoideos como el hipocampo, relacionado con la memoria. Esto genera trastornos mentales como depresión e incluso brotes maníacos y psicóticos.

Ansiedad
Otro problema que genera el estrés y al que se enfrentan los médicos, denuncia López de Sá, es que en ocasiones los pacientes parece que disfrutan de su situación tensional, porque no lo pueden controlar y se escudan en ella para restar importancia a su situación real. "Prefieren echar la culpa al estrés en vez de afrontar un problema".

Asimismo, la ansiedad es otro factor desencadenante del estrés que puede provocar que una persona crea tener más problemas fisiológicos de los que realmente padece. Así lo corrobora una investigación de la Unidad Psicológica Clínica de la Universidad de Granada realizada en 83 pacientes con este trastorno. Los resultados revelan que estos sujetos sufren con menor intensidad de lo que dicen síntomas propios del trastorno como son las palpitaciones, sudoración, respiración irregular y tensión muscular.

Los expertos consultados por CF recomiendan que ante una situación de estrés excesivo hay que intentar minimizar la tensión mediante el ejercicio físico y descanso, y si ya se han producido los efectos del estrés en forma de trastornos mentales, ponerse en manos del especialista.

Los controles de salud disminuirían las ECV asociadas a estrés
En la primera fase del estrés, cuando el cuerpo entra en alerta y aumentan los niveles de adrenalina, las personas son más vulnerables a desarrollar algún tipo de evento cardiovascular. "Dependiendo de las características del sujeto, éste puede padecer una taquicardia, aumento de la presión arterial y de la coagulación en la sangre", explica Esteban López de Sá, jefe de la Unidad Coronaria del Hospital de la Paz, en Madrid. El organismo se prepara para una posible agresión, la sangre se coagula más, aumenta la tensión arterial, la agregación de plaquetas y también se produce una vasoconstricción. El más grave de estos episodios es el infarto agudo de miocardio o la muerte súbita.

"No existe un mecanismo infalible para evitar estas patologías, pero lo que sí se puede hacer es controlar los posibles factores de riesgo de la enfermedad cardiovascular", recomienda López de Sá. Y es que según una encuesta realizada por la Sociedad Española de Cardiología (SEC) en personas infartadas el 60 por ciento era fumador, el 40 diabético y el 70 hipercolesterolémico.

Los resultados desvelaron que aunque el 80 por ciento de ellos señaló que el infarto había sido producido por el estrés, lo cierto es que el 90 por ciento tenía factores de riesgo más que suficientes para desarrollar una cardiopatía sin necesidad de estresarse. "La única prevención que existe son los controles de salud periódicos".

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