Se trata de un varón de unos 26-35 años que vivió en la zona en el siglo IV después de Cristo. Sus restos han sido hallados por un equipo de arqueólogos en una fosa poco profunda, tumbado en posición casi fetal sobre su costado derecho. Sus descubridores han dicho de él que probablemente sufrió anemia por falta de hierro durante su infancia; de ahí su baja estatura en relación a sus contemporáneos: sólo 1,62.
Hasta ahora, como explica el equipo dirigido por Malin Holst, los restos británicos más antiguos de tuberculosis databan del año 300 antes de Cristo (en Europa, el récord lo tiene un italiano que vivió en el año 3.500 aC). Sin embargo, añaden los arqueólogos, hay pocas evidencias de esta enfermedad pertenecientes a la época romana, y las que hay están concentradas mayoritariamente en la mitad sur del país.
Por eso, los investigadores confían en que el nuevo hallazgo pueda aportar numerosas pistas sobre el origen y desarrollo de esta enfermedad (una de las más antiguas de la historia de la humanidad) en todo el Reino Unido. De hecho, ya están empezando a trabajar sobre algunos de los datos que arrojan los restos del 'paciente'.
En primer lugar les ha sorprendido hallar el enterramiento cerca del lugar donde había un antiguo edificio y no en un cementerio propiamente dicho, como solía ser ya frecuente en aquellas fechas. Este dato hace pensar "que el hombre fue enterrado aquí porque la tuberculosis era una patología tan rara por aquel entonces que la gente era reacia a transportar el cadáver una gran distancia", según señala Cath Neal, del departamento de Arqueología de la Universidad.
Los análisis practicados a este varón han demostrado que el bacilo causante de la tuberculosis afectó a su columna vertebral y a los huesos de la pelvis. "La tuberculosis causa en el tejido óseo una destrucción muy característica que puede ser identificada por los especialistas hasta miles de años después", explica Neal a elmundo.es. Además, los especialistas apuntan como posible causa del contagio al consumo de carne o leche contaminada, aunque no descartan que el patógeno llegase hasta sus pulmones por inhalación.
Neal asegura que este hallazgo no sólo será útil para desentrañar la evolución de la tuberculosis desde finales del imperio romano. sino "cómo era la vida en York hace 1.500 años". De hecho, el trauma muscular y el desgaste de los dientes hacen suponer que el anónimo británico realizaba muchas tareas físicas mientras aún gozaba de buena salud.
Los restos más antiguos de tuberculosis en el mundo datan del período Neolítico, aproximadamente 5.000 años antes de nuestra era; aunque también se ha documentado la presencia de la infección en momias egipcias del año 2.400 a C. Todo indica, según varias investigaciones realizadas sobre este tema, que el germen causante de la enfermedad en la actualidad es consecuencia de la mutación sufrida por otro bacilo mucho anterior, que en algún momento de la historia habría saltado la barrera entre especies, pasando de los animales al ser humano.
MARÍA VALERIO
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