No debemos dejarnos seducir por fórmulas publicitarias como 'quemagrasa' o 'efecto saciante'; acudir a un médico especialista siempre es la mejor opción
Aunque lo confesemos en petit comité, entre familiares y amigos muy próximos, quien más quien menos se ha propuesto en algún momento del año, sobre todo los anteriores a periodos vacacionales como el de este verano, caer en la tentación y, a sabiendas de que no son muy recomendables, seguir una dieta adelgazante. Cada uno se plantea su propia meta, aunque las más comunes en las mujeres son la reducción del abdomen, glúteos y celulitis; y en los hombres, desprenderse de esa grasa sobrante que se concentra en la tripa.
Según la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) y la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), uno de cada cuatro españoles desea perder peso, pero, al parecer, no lo toma tan en serio como la situación lo exige. Porque, en principio, un control equilibrado de la dieta basado en la reducción de las cantidades de alimentos que se ingieren diariamente, al mismo tiempo que se incrementa el ejercicio físico, no supone peligro alguno para la salud. Sin embargo, muchas personas se dejan atraer por los productos milagro -dietas y complementos dietéticos- porque anuncian a bombo y platillo que es posible perder peso rápidamente y sin esfuerzo, poco menos que un milagro. Del atractivo de estos productos da fe que sólo en España se gastan al año más de 2.000 millones de euros en productos para adelgazar, según datos recientes de la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (Fesnad).
Gran parte de su éxito se basa en la reiteración de mensajes publicitarios como los siguientes: 'eficaces para absorber grasa', 'reducir grasa', 'quemar grasa', 'quemar calorías' y 'efecto saciante'. Estas expresiones, en un contexto psicosocial en el que la obesidad está tan mal vista que promueve a las personas un, a veces, irrefrenable deseo de perder urgentemente peso, resultan persuasivas e incluso convincentes para muchos de sus potenciales destinatarios, lo que los lleva a adquirir estos productos, con independencia de que la mayoría no ofrezca información sobre sus posibles efectos secundarios o reacciones adversas, y de que no anuncien cuáles son sus contraindicaciones.
No hay fórmulas mágicas
Son artículos que, en general, indican su modo de empleo, pero muy pocos advierten de la duración del tratamiento, por no hablar del precio. Se pueden hallar productos milagro desde poco más de 5 euros -con una duración de 20 días- hasta los 31 euros o más, con una duración menor, 10 días. Ante la falta de evidencia científica sobre la efectividad y seguridad de los complementos alimenticios o suplementos dietéticos para perder peso, no es recomendable su uso para este fin. En este contexto, médicos, dietistas y otros profesionales sanitarios pueden intervenir en corregir y aclarar la distorsión de este tipo de mensajes sin fundamento científico y continuar con su labor divulgativa basada en el convencimiento de que no hay fórmulas mágicas para adelgazar. Lo que hay que hacer, en general, es comer menos y mejor, y más ejercicio físico. Y tomarse el tiempo necesario e intentar cambiar los hábitos que condujeron a la obesidad; en otras palabras, nada de 'quince días de esfuerzo y listo'.
Un estudio realizado en 2004 por la Asociación de Dietistas-Nutricionistas Diplomados de Navarra y publicado en 'Consumer Eroski', que analizó 36 dietas milagro destinadas a la pérdida de peso seleccionadas de 20 revistas y suplementos, reveló que todas las dietas analizadas eran deficitarias en algunos minerales (calcio, hierro, zinc, magnesio) y vitaminas (A, D, E, B2, B3 o B12), de modo que su seguimiento podría suponer carencias de micronutrientes. Y un análisis nutricional de dietas milagro (Atkins, Carbohydrate Addiet's diet, Weight Watchers diet...) llegó a conclusiones similares al detectar que podría registrarse déficit de al menos dos vitaminas.
'Consumer Eroski' demostraba hace una semana en una investigación que la eficacia en el tratamiento del sobrepeso de doce de los productos más vendidos (todos, en farmacias) para 'perder peso' no es tal, al no basarse en pruebas científicas sólidas que sustenten sus promesas publicitarias. Los resultados de los estudios que asocian el efecto en la reducción del peso corporal o la grasa corporal de los 14 complementos alimenticios en los que estos productos basan su eficacia no son convincentes ni, menos aún, concluyentes.
Deficiencias nutritivas
La mayoría de sus efectos fisiológicos no han sido debidamente comprobados ni se ha contrastado de manera suficiente su calidad, seguridad y eficacia. Sólo uno de estos 14 complementos alimenticios, el glucomanano, puede mostrar una cierta evidencia científica de su capacidad: que puede ayudar en la pérdida de peso por su efecto saciante y reductor del apetito. Además, sólo uno ofrecía información sobre sus posibles efectos secundarios o reacciones adversas, y siete no informaban de sus contraindicaciones, pese a que eran innegables.
Las dietas que no aportan variedad de alimentos pueden no satisfacer las necesidades energéticas y nutricionales y conducir a un déficit en algunas vitaminas y minerales. Las muy reducidas en calorías conducen al usuario a una situación cercana al ayuno. El organismo reacciona compensando la falta de energía recibida con un aumento de la destrucción y aprovechamiento de las proteínas corporales como fuente alternativa de energía. Esta reacción conduce a la pérdida de masa muscular y la formación de sustancias tóxicas para el organismo (cuerpos cetónicos) si la dieta se prolonga en el tiempo. La pérdida de masa muscular va acompañada inevitablemente de la pérdida de agua (pero no de grasa), ya que el tejido muscular es muy rico en agua. Esto es interpretado erróneamente por los seguidores de estas dietas como pérdida de peso, lo que les convence de su 'falsa eficacia'. ¡Cuidado! La gran pérdida de líquidos puede conducir a la deshidratación.
Las situaciones de ayuno o de restricción de energía ponen en marcha potentes mecanismos nerviosos y hormonales que se oponen a la pérdida de peso o que tratan de mantener el peso: disminución del metabolismo basal, con un mayor ahorro energético e incremento del apetito. Estos mecanismos conducen a una recuperación rápida del peso perdido en cuanto se vuelve a comer de la forma habitual. El peso recuperado se debe sobre todo a la formación de grasa.
La Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética advierte de que las dietas milagro podrían aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, varios tipos de cáncer, fallo renal y hepático, así como osteoporosis. Igualmente, la Asociación Americana del Corazón desaconseja las dietas altas en proteínas y grasas porque pueden causar anomalías cardiacas, renales, óseas y hepáticas.
Desconfiemos de una dieta cuando promete, sin esfuerzo, pérdidas de peso superiores a entre medio y un kilo por semana; no especifica la cantidad, el número de raciones y la frecuencia de consumo de los alimentos que incluye; no aclara si la cantidad de alimento indicada se refiere a crudo o cocinado; no indica el número de tomas al día y prohíbe la ingesta de algún alimento.
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